Capítulo 4 †

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Pasaron las tortuosas horas, ya que para ellos eran eternas, estaba a punto de amanecer, pensaron que era una buena oportunidad para escapar, aprovechando la luz del día, ya que según lo que tenían entendido, los vampiros dormían a estas horas, por lo que el escapar debía de ser fácil.

—¿Ya amaneció?

—Sí, deben de estar dormidos ya —Catherin se levanto de la cama, donde se la había pasado recostada.

— No lo creo, deben de estar aún abajo, hay muchas que no conocemos —Dereck intento detenerle, ya que recordó la historia de la vampira.

Hicieron caso omiso de lo que había dicho su amigo, se acercaron a la puerta, pero antes si quiera abrir esta, apareció la pelirroja, con un par de botellas de agua y unas frutas, frunció el ceño al verles ahí, ya que sabía cuáles eran sus intenciones.

—¿A dónde pensaban ir pequeños humanos?

—No-nosotros... —Catherin perdió el habla ante el miedo.

—¿Q-que no d-debían de estar dormidos? —soltó Daniel, sin saber si quiera si lo había pensado o lo había dicho.

—Se suponía, pero a menos que quieran ser devorados por un vampiro impaciente que esta haya bajo durmiendo plácidamente, me tengo que quedar despierta.

—No entiendo... p-porque no t-tratas de matarnos...

—A diferencia de otros vampiros, a mi me interesa el comportamiento de los humanos, no piensen que de una manera cruel, si no de una manera... ¿Curiosa? —dejo las frutas y las botellas en una mesa —. Aquí tienen algo de comer, sé que no es mucho pero tal vez les traigamos algo mejor, mientras, tengan eso.

Aquella mujer paso a la ventana que estaba abierta, los tres pensaron que siendo vampiro, se desvanecería, sin embargo, nunca paso, parecía que era inmune y esta miro desde la ventana el paisaje.

—¿Cómo lo has hecho? —preguntó incrédulo Dereck.

—¿Qué?

—¿Qué no se supone que los vampiros no pueden estar bajo la luz del sol?

—Ahh, eso, pues no, somos capaces de estar en la luz, sin embargo, nuestra visión es mucho mejor que la de ustedes, ademas que se notaria nuestra diferencia.

—¿Por qué?

—De los tres, ¿Quién tiene la piel más blanca?

—Daniel.

Jade tomo la mano del pelirrojo y lo arrastro hasta la ventana, tomo ese mismo brazo e hizo que los rayos del sol le dieran, mientras que los demás amigos los observaban.

—Miren como se ve la piel de él en el sol —su tono era banquisa, sin embargo, podía vérsele un brillo bajos los rayos que caían—, ahora miren como seria la mía —Jade acerco su brazo, dejando que la luz le diera, mostrando su piel opaca y sin brillo, como si esta fuera la de un muerto—. Por eso salimos de noche, así los humanos no verían el cambio de nuestra piel.

Los tres estaban algo curiosos de la diferencia de las tonalidades, muy claramente se podía diferenciar a la luz del sol, por lo que era una buena estrategia el que se ocultaran por la noche, ya que por la falta de luz, muy bien podrían confundirse.

(...)

Habían pasado las horas que igualmente se les habían hecho eternas, la duda les estaba consumiendo, la duda de si iban a ser asesinados lentamente o simplemente, morir en un instante, tantos planes pasaron por su cabeza, el brincar por la ventana, enfrentarlos, entre otros que solo terminaban en esperanzas banas.

El Trato De Lawliet [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora