Han pasado cinco días desde que Thomas fue encerrado en la habitación blanca.
En el quito día, después de haber hecho sus mejores intentos para pasar la rutina que se había establecido −hacer ejercicio, comer, pensar, repetirlo− decidió acostarse y dormir. Dejar que este espantoso nuevo mundo se desvaneciera por un momento. Cansado, se fue sumiendo en el sueño y las imágenes comenzaron a aflorar en su mente.
Thomas es joven −no puede decir cuán joven exactamente. Está acurrucado en una esquina, con las rodillas contra su pecho, temblando de miedo. Su padre −el hombre que lo sostiene, le lee, le da un beso en la mejilla, lo abraza, lo baña− está comportándose como loco, gritando cosas odiosas y volcando muebles. Su madre trata de detenerlo, pero él la rechaza sin siquiera parecer darse cuenta de quién es. Ella tropieza, intenta recuperar el equilibrio, y luego choca contra la pared a pocos metros de Thomas.
Sollozando, ella se arrastra hacia él y lo abraza.
"No te preocupes, cariño," susurra. "Ellos van a venir a llevárselo. Estarán aquí pronto."
"¿Quiénes?" Pregunta Thomas. Su voz suena muy joven, y rompe su corazón en el sueño.
"Las personas que cuidarán de él," ella responde. "Recuerda, tu padre está enfermo, muy enfermo. No es realmente él quien hace todo esto. Es la enfermedad."
Repentinamente papá se da la vuelta para encararlos, su rostro ardiendo de ira.
"¿Enfermedad? ¿Acabo de escuchar enfermedad? Cada palabra sale de su boca como un dardo venenoso, lleno de ponzoña.
Mamá sacude la cabeza, abraza a Thomas más fuerte contra su cuerpo.
"Porque no solo lo dices, mujer," papá continúa, dando un paso hacia ellos. Su pecho se sacude cada vez que intenta respirar, y sus manos se vuelven puños fuertemente apretados. "El Destello. Dile al niño cómo es. Dile la verdad. Tu padre tiene El Destello, Thomas. Está progresando realmente bien." Otro paso más cerca. "Tu madre también lo tiene. Oh, sí. Pronto ella estará mordiéndose los dedos y alimentándote con lodo en el desayuno. Riendo histéricamente mientras rompe las ventanas y trata de cortarte. Estará muy loca, chico, justo como tu padre."
Otro paso más cerca. Thomas cierra los ojos apretándolos, con la esperanza de que de esa manera todo desaparezca. El Thomas del sueño no quiere ver más, tampoco. Quiere que acabe.
"Mírame, chico," dice su padre con una mueca. "Mírame cuando te hablo."
Thomas no puede evitarlo. Él siempre hace lo que le dicen. Su padre parece tranquilo ahora, en todos los sentidos, excepto por algo: sus puños. Dedos y nudillos en blanco.
"Eso es bueno," dice papá. "Buen chico. Mira a tu padre. ¿Parezco loco para ti? ¿Eh? ¿Lo parezco?" grita esas últimas palabras.
"No, señor," Thomas dice, sorprendido de poderlo decir sin temblar.
"Bien, estás equivocado entonces." La cara de papá envuelta en ira otra vez.
"Estoy loco, chico. Soy un hombre loco. Podría comerlos a ambos en la cena y disfrutar cada bocado."
"¡Detente!" mamá grita, un sonido tan alto que perfora los tímpanos de Thomas dolorosamente. "¡Detente ahora mismo! ¡Juro por Dios que te arrancaré el corazón si tocas a mi hijo!"
Papá ríe a carcajadas. No es una simple risa. Su cuerpo completo se agita, echa hacia atrás su cabeza mientras unas carcajadas crecientes fluyen a través de él, llenando la casa con su ruido. Thomas nunca había oído algo tan maligno antes. Pero el hombre se mantiene riendo, riendo y riendo.
"¡Basta!" mamá grita otra vez. Lo repite una y otra vez hasta que finalmente Thomas no puede soportarlo más y cubre sus oídos.
Entonces el timbre suena, apenas lo sufrientemente alto para ser escuchado. Pero ambos padres se callan. Papá mira en dirección a la puerta principal, su cara repentinamente demuestra miedo.
"Han venido a por ti," mamá dice entre sollozos. "Mi dulzura, el amor de mi vida, han venido para llevarte."
THOMAS DESPIERTA
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Recuerdo De Thomas
General FictionES UN CAPITULO EXTRA DE "PRUEBAS DE FUEGO" DE ESTO SIGUE EL VIRUS LETAL DERECHOS DE AUTOR