La mujer que te mira

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Era de noche. La luna estaba embarazada, reposaba sobre su inmensa cama negra. Caminabas por la calle St. Nicholas. Las 325 páginas que cargas en tu espalda parecen ni siquiera existir. El semáforo peatonal está en rojo. Te recuestas en un poste de luz. La luz cambia. Avanzas y llegas a tu destino. Divisas las escaleras. La expresión de tu rostro se va camuflajeando con los oscuros peldaños que subes. Deseas que las escaleras se vuelvan eternas y quedes atrapada en el tiempo. Pero el mundo no es una máquina de deseos. Al último escalón se le agotaron los centímetros. Tocas la puerta y se abre como si alguien ya te estuviera esperando. Un hombre alto con muy poco pelo sostiene la puerta. Pasa, te dice. Das unos pasos adelante, arrojas tu mochila al mueble y te alejas. Alguien te mira desde la habitación; vuelves sobre tus pasos para recoger lo que no has puesto en su lugar. Finalmente, saludas. El hombre calvo y alto se pone de pie lentamente con una mano en la espalda. Su cabeza tan, o más redonda que la tuya, se mueve de un lado al otro y te ofrece un abrazo. Aceptas sin ganas. Un olor a tabaco recorre tus fosas nasales. Retiras tu cuerpo lentamente, con miedo de que ese olor se quede en tu chaqueta azul, que es nueva. La mujer que te mira es una mujer alta, pero no más que tú. Tiene puesto un paño rojo en el pelo para que no le sudara. La saludas y te alejas hacia tu recámara. Buscas tu computadora para hacer el proyecto que te han asignado, pero un grito, que estás segura que despertó a los vecinos, te petrifica.

-¡Nataly, ven acá!

-Ya voy.

-¡Suelta esa porquería y ponte a fregar!

-Pero Ma...

-Siempre metida en el aparato ese, hablando estupideces.

Esas últimas palabras fueron la gota que derramó el vaso. Habías acumulado y guardado muchas molestias estos últimos días, pero tu corazón decidió apoderarse de tu boca y... habló.

-¡Es usted la que me tiene cansada!

-¿Quién te crees? A mi tu no me faltas el respeto, ¡carajo!

-Pero es que...

-¡Qué peros ni peros! ¡Se me calla, que tú y yo no somos iguales!

Se te forma un nudo en la garganta. Tenías toda la rabia concentrada en tus puños. Ya te dolían de tanto apretarlos. Ella continuó gritando. Ya no entendías nada. Dijo algo así como que ella había luchado tanto para llegar a este país y así le pagabas. O eso crees. Ya lo había repetido tanto que a veces pensabas escucharlo.

Vuelves a tu realidad. La luz se torna verde. Avanzas y llegas a tu destino. Sacas las llaves y abres la puerta. Ves el diploma colgado en la pared de tu sala. Pones tu bolso en su lugar. Buscas tu computadora para trabajar en el presupuesto de la compañía. Debes ajustar unos números, es probable que haya auditoría. Paras por un rato y vas a buscar algo de comer en la cocina. Mientras comes, sientes que alguien te mira.

-Suelta esos puños y dime si me entendiste.

Te quedas inmóvil, sin articular una palabra.

-¿No me escuchaste? Suelta esos puños y ahora mismo, anda, dime si entendiste.

-Entendí.

-Ahora ve y báñate y sal para que cenes.

Cerraste la puerta de baño y empezaste a llorar. No fue tu culpa que al profesor se le ocurriera dejar tarea. Eres una cobarde. Te lavas la cara. Te bañas. Te vistes. Sales. Tu madre te está esperando con la Biblia en la mano. Efesios 6:1. La rabia se apodera de ti, otra vez. Pero no puedes hacer nada. Tu comida está en la mesa. La terminas. Le dices gracias a tu madre por la cena, aunque apenas la probaste. Pides permiso para ir a hacer tu tarea. Nadie contesta. Tu padre te mira y lo tomas como un ve y hazla. Sales de tu trance. Terminas de comer. Sigues con tu trabajo. Ya son las 2 de la mañana. Apagas tu computadora. Intentas dormir, pero no puedes. Tus pensamientos de aquel día te perturban. Recuerdas que sonó el teléfono y te hablaron de un accidente en la calle Broadway. Una pareja de esposos perdió la vida. Vuelves en ti. Te levantas. Te lavas la cara. ¿Qué te pasa? ¿Te estás volviendo loca? Escuchas una voz y vuelves a sentirlo: alguien te mira. Sales a la sala y no ves a nadie, no escuchas a nadie... no sientes a nadie. Vuelves a tu cama y esta vez sí te quedas dormida.


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⏰ Última actualización: Sep 27, 2015 ⏰

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