Día 1: La primera visita.

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Despierto con los tenues rayos de sol que entraban entre las cortinas de la ventana que había en mi habitación. Llevaba dos años con depresión, por lo que no iba al instituto y me distancié de los únicos amigos que tenía. También tuve problemas allí, uno de los cuales me hizo ahogarme más aún ya que se convirtió en otro gran peso. Oigo la voz de mi tía tras la puerta, acompañada del ruido que hacía al picar con los nudillos. Cansada de oirme llorar en la que era mi habitación decidió llamar a un psicólogo, se que haría lo posible por perderme de vista pero no podía. Tras la muerte de mi madre era la única persona con la que podía quedarme y tampoco era tan cruel como para dejarme con los servicios sociales. Sabía que lo pasaría peor.

- ¡Catherine vamos, despierta! -gritó ella al ver que no le respondía-

-Ya voy tía -dije con la voz algo ronca ya que me acababa de despertar y el estado de ánimo en el que me encontraba no era muy bueno que digamos.-

- ¡Catherine vamos! ¡¿No pensarás hacer esperar al psicólogo?! -rugió ella tras la puerta-

-No tía... ya me estoy levantando -me destapo lentamente y me incorporo. Me levanto suspirando.-

- ¡Venga! ¡Date prisa! -dice desde fuera y oigo sus pasos alejarse por el pasillo.-

- No se ni para que voy a ir... -susurro para mi misma.-

Sinceramente no creo que esto de ir al psicólogo me haga ningún favor, es decir, no creo que pueda ayudarme cuando estoy de mierda hasta arriba. Abro el armario y cojo unos jeans negros. Una sudadera verde oscura y unas bambas blancas. Siempre me vestía con sudaderas, sobre todo para tapar los cortes de mis muñecas. Lo dejo todo, excepto los zapatos, sobre la cama y ando al baño que había dentro de mi habitación a paso pesado. Cierro la puerta tras de mi y me voy desnudando. Abro el agua hasta llenar la bañera y me meto en esta, con el agua caliente. Cierro los ojos para intentar relajarme pero mis problemas hacen que me hunda más emocionalmente. Mi vida no ha sido buena, desde hace dos años lo llevo pasando mal, llevo sufriendo. Mamá solía decir que Dios nos tenía asignado un futuro a cada uno de nosotros. A veces me pregunto si este futuro fue asignado para mi o no he hecho lo correcto y por eso se me castiga. Es extraño no ser creyente pero pensar que algo puede haber hecho que yo caiga en esto, hay gente que habla del karma, el destino, una fuerza todopoderosa... Yo simplemente creo que es cuestión de suerte. Sin mi madre ya no tenía nada en lo que creer, y pasaba de hacerlo. Puede que creer en algo me ayudase, me diese esperanzas... Normalmente la gente creyente se apoya en la Iglesia cuando un ser querido muere, quizá lo habría hecho de no ser por el bombardeo de problemas que me atacaron después. Tras relajarme y estar limpia me lavo bien la cara y salgo de la bañera. Me seco con tranquilidad, completamente en silencio hasta que oigo a mi tía aporrear la puerta de mi habitación.

- ¡Catherine por dios! ¡¿Podrías ir más rápida al menos?! -abre la puerta y noto como se dirige al baño-

- Ya voy, ya voy -repito en tono calmado mientras me visto.- sólo déjame secar un poco mi pelo... -cojo el secador y oigo como se va mascullando cosas.-

Tras sacarme el pelo lo más rápido posible con la poca energía que me quedaba echo la toalla con la que me seque a lavar y salgo. Remuevo un poco mi pelo y salgo sin hacer la cama. Cierro la puerta de mi habitación me dirijo abajo, donde veo a mi tía echa una furia y cruzada de brazos.

El viaje en coche transcurre en total silencio. Mi tía sólo se limita a conducir y atender a la carretera mientras yo juego con mis manos. Al llegar aparca frente al piso donde supuestamente mi psicologo/a tenía la consulta.

- Ten, esto es para que no te pierdas -me tiende un papelito con forma rectangular en el que ponía: "Nathan Baker, psicólogo. " ; y una dirección.-

- Uhm... -me limité a asentir y bajé del BMV de mi tía.-

Entré en el edificio a paso lento, se supone que mi tía me debería de acompañar al menos a consulta pero no quería así que me dirigí al ascensor y pulsé el boton. Cuando las puertas se abrieron pulsé la planta número 3 y las puertas se cerraron. Cerré mis ojos, apoyando la cabeza en la pared del ascensor y me abracé mientras pedía a mi madre que, estuviese donde estuviese me diera fuerzas. Al abrirse la puerta salí y mire el papelito. Al llegar, piqué el timbre y respiré hondo. De repente alguien abrió la puerta desde dentro, un hombre. Me ofreció una cálida sonrisa y se hizo a un lado.

- ¿Catherine? Puedes pasar...

Asenti, sin decir nada y entre a la consulta.

- Por favor, sientese -dijo el andando hacia un sillón.

Muchisimas gracias si lo has leido ❤ ❤

Por: CurlyxStyles21

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El suicidio de Catherine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora