#2: Presentando las fases

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Nuestro primer año de amistad no podría estar yendo mejor. Ese verano habíamos tenido música nueva de Big Exclamation y antes del comienzo del nuevo año de clases, en marzo, ya teníamos un grupo en Facebook para hablar sobre la banda. Que era casi nuestro único tema de conversación (y lo fue durante, prácticamente, todo ese año)

Quizás eso fue la razón de que funcionara tan bien. No había discusiones entre nosotras porque solo hablábamos de ellos, sus vidas y sus decisiones. En cualquier caso, éramos como un puñado de extrañas con esta banda en común.

Pero no todo fue un camino de rositas. A mediados de ese año tan memorable, del que atesoro tantos recuerdos impersonales (Por ejemplo, no tengo idea de cómo festejé mi cumpleaños. En cambio, recuerdo a la perfección que ese año Henry de Big Exclamation tuvo strippers en el suyo) nuestras personalidades empezaron a tomar un poco más de protagonismo en las conversaciones de grupo. El más fuerte fue el desenvolvimiento de Pamela.

— ¿Alguien puede acompañarme a comprar cosas antes de irse a casa? —Dijo Pamela ese lunes, mientras bajábamos las escaleras con las mochilas al hombro, listas para marcharnos del colegio  luego del bendito toque de timbre que anunciaba el final de la jornada.

—Imposible, me vienen a buscar —Respondí quitándome de la boca el chupetín de cereza.

—Tengo que ir al trabajo de mamá desde aquí —Bárbara hablaba mientras se rehacía el desordenado moño de pelo oscuro—. Me matará si llego tarde.

—¿Fragda?

Imitando a Big Exclamation y sus "bromances" ("bro" por hermanos y "mances" por romance) jugábamos a combinar nuestros nombres para referirnos a dos de nosotras juntas. Fragda (Fran+Madga) y Pamola (Pamela+Paloma) eran los más nombrados. Le seguían de cerca Mágdada (Magda+Bárbara) y Párbara (Paloma+Bárbara) con Framela (Fran+Pamela) como el menos usado de todos. Una estupidez, lo sé.

—¿A dónde quieres que te acompañemos? —Dijo Fran interrogante, con su característico tono desanimado. Como preguntando y a la vez deseando que no le pidieras el favor.

—Quiero comprar pintura para telas —Respondió la interpelada como quien no quiere la cosa.

Nos miramos entre nosotras, en busca de alguna pista en las miradas de las demás.

—¿Para Artesanías? —Inquirí.

Ese año, Madga y Bárbara habían elegido Artesanías como taller extraprogramático (lamentablemente, obligatorio). Pamela y Fran estaban en el de Handball, y como coincidía con los días de Artesanías, de vez en cuando se colaban en las clases. Yo no las acompañaba gracias a las perezosas y casi inexistentes clases del taller de Canto, en días diferentes.

—La clase siguiente vamos a decorar portarretratos con técnica de decoupage —Dijo Bárbara, echando mi teoría por tierra.

Todas volvimos la mirada a Pamela, esperando una respuesta.

—Mi padre va a regalarme algunas camisetas viejas, y quiero pintarles cosas, además de cortarles las mangas —Dijo encogiéndose de hombros, como si fuese lo más natural del mundo.

La comprensión se deslizó en un segundo por los semblantes de las cuatro, seguido por más preguntas.

—¿Qué quieres pintar? —Fue la pregunta de Fran, a la que más le gustaban esas cosas.

—Probablemente el logo de 20 Minutes of Rain, o algo referido a Bon Jovi.

Últimamente el gusto musical de Pamela había tomado un giro muy brusco y la mar de extraño. Su móvil ahora estaba lleno de música de 30 Seconds To Mars, Fall Out Boy, y Black Veil Brides. Sin nombrar la galería llena de fotos de Jon BonJovi, al que reclamaba haber amado desde su infancia (algo al estilo Magda, que mataba por Michael Jackson desde que tenía uso de razón) así, de la nada, sin previo aviso. El rotundo cambio nos tenía en un leve estado de alarma...

Así fue como empezó la fase que me gusta llamar XXL. O que mi mamá había bautizado bajo el nombre de "Qué Tiene Tu Amiga Que Se Viste Como Pordiosera Emo". O el Verano de las Cejas Levantadas, que era lo que todo mundo hacía cuando nos veía aparecer con Pamela, vestida con camisetas negras de mangas mal cortadas que le llegaban hasta la mitad de los muslos y un gorro de tela, también negro, que le cubría casi todo el cabello. Sumando la creciente y cada vez más extraña colección de cadenas y collares.

Junto con la fase XXL había comenzado otra más, nada más y nada menos que "Pamola". Quizás el peor nombre de bromance que teníamos, pero el tabú más grande de aquellos 10: Desde el comienzo de nuestra amistad, Pamela había presentado un favoritismo hacia mí, el cual yo había aceptado quizás descuidando el inicial "Párbara" . ¿A quién no le gusta sentirse querida?

Pero lo que a nuestros ojos era solo un juego, y quizás una parodia de un bromance infame entre dos miembros de Big Exclamation, empezaba a llamar la atención de las malas lenguas. Los rumores mal intencionados sobre homosexualidad no tardaron en llegar por todos los frentes, pero fueron aplacados. El enfoque perverso hacia nuestra inocente amistad me asustaba. ¿No podíamos pasar el tiempo juntas y tener una afinidad grandiosa sin que alguien pensara que nos besábamos a escondidas? Si te asusta que enamorarte de tu mejor amigo vaya a arruinar la relación y lo escondes, imagínate si de repente todos decidieran pensar que estás enamorada de tu mejor amiga y lo dijeran como un secreto a voces.

Afortunadamente, los meses pasaron y "Pamola" salió del ojo de las críticas. Aparentemente, había mejores cosas sobre las qué echar el ojo, y estábamos agradecidas. Yo continué con mi mejor amiga aunque su vestimenta me diera cierto repeluz y quisiera pedirle a gritos que se quitara ese gorro para darse un baño, o decirle que los aros con picos y pedrería negra de fantasía no eran nada bonito.

Lo soporté todo porque pensé que ella era así. Que solo se estaba descubriendo a sí misma; pero si cada fase fue un auto descubrimiento, creo que Cristóbal Colón debería envidiar todas las veces que Pamela fue capaz de encontrar una nueva y más rara versión de sí misma.

Pero todo en esta vida tiene un límite, y mi paciencia no iba a ser la excepción a la regla.


//Bárbara en el adjunto multimedia

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