Capítulo 21: Sacrificios...

3 0 0
                                    

<KoineDemon>

Nuestro enfrentamiento había terminado ya; ambos habíamos caído, uno frente a otro, en el duro, áspero y nada suave piso de granito.

Logramos hacer un gran agujero alrededor nuestro gracias al impacto.

Era doloroso ver a Seikō de esa forma, lleno de sangre, pero como nunca lo había llegado a ver, y como nunca soñaría. Esto debía de ser sólo una pesadilla... Ya vamos a despertar y ver que nada de esto pasó...

Pero no.

No era así, ni fue así, y mucho menos será así.

Me intenté poner en pie, con mi pierna y brazo izquierdos destrozados.

Mi piernas soltaban gritos de dolor al intentar con micha dificultad sostenerme en pie. Me agache con mucho cuidado de no caer encima de Seikō, y pude apreciar su cabello blanco manchado con color carmesí. No podía soportar verlo así.

Cerré los ojos, con mucha fuerza. Quería eliminar por completo todos los recuerdos de esa batalla. Pero eran cosas imposibles de olvidar.

Cuando puse una mano en el corazón de Seikō... La alegría y la despreocupación no tardaron en llegar. Seguía respirando, su corazón palpitaba... ¡Seguía vivo!

Cuando se despertó.

-Koine...
-Seikō... -dije con lágrimas de felicidad saliendo de mis ojos.

Y entonces hizo algo con lo que quizá no me volvería a ver.

Colocó su mano en mis heridas... Y estas fueron desapareciendo... Para luego aparecer en su cuerpo. Y así fue como yo recuperaba vitalidad y el propinaba mudos gritos de dolor.

Intenté frenarlo, pero después de todo lo que pasó, seguía siendo muy fuerte.

-Seikō... No lo hagas por favor... -le rogué entre sollozos.

Pero paró. Ya había terminado.

Y entonces su corazón se debilitó.

Me puse en pie para ayudarlo, hasta que recordé que mis alas estaban dañadas, igual que las de él.

Y entonces, tomando toda la fuerza que tuve, lo levanté y lo coloqué con cuidado en mi espalda.

Caminé durante una hora sin parar, pero sin llegar a alguna parte.

Hasta que sentí como el débil palpitar de Seikō se detuvo.

En ese momento me caí. Intenté técnicas de reanimación, leer, orar, rezar... Pero no conseguí nada.

Seikō no...

-¡¡¡SEIKŌ!!! ¡¡¡DESPIERTA POR FAVOR!!! ¡DI QUE ESTO ES SÓLO UNA PESADILLA! Una maldita pesadilla...

Pero el no abrió los ojos.

Nadie me ayudo con una palabra de aliento mientras yo cargaba con el cadáver de mi fallecido novio.

No, no podía ser así. No, no, no y no.

Y me caí nuevamente. Lloraba desconsolada...

Hasta que logre ver a la distancia una casa.

-Vamos Seikō... Abre los ojos, por favor, allá hay una casa, vamos a pedir ayuda ¿Vale? Pero aunque sea resiste, no me dejes hablando sola.

Aún así...no respondió. Su corazón no latió ni sus pulmones se llenaron de aire como antes.

Toda esa noche, caminé, me caí pero seguí caminando hasta el amanecer con el único propósito (y tal vez el último si después de esto no sobrevivo) de llegar a la casa con el cuerpo de Seikō a rastras. Tenía sed, hambre, sueño, dolor, cansancio... Pero eso no iba a impedir que llegara allá.

Las seis de la mañana, y me faltaban tan solo pasos para llegar a esa casa en medio de la nada. Pero mi cuerpo cedió después de la dura agonía.

Antes de caer grité:

-¡Ayuda, por favor! ¡Quién sea que esté ahí, ayuda! -grité, y después todo se volvió negro al punto de no ver nada.

AngelDemo [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora