Día de lavar la ropa

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Él día de lavar la ropa era él día en que tenia a Mami para mi sola. Era mi día preferido de la semana, a menos que lloviera.
A la orilla del río, yo le decía a mami todas las cosas especiales en las que había pensado durante toda la semana. Si había escrito un nuevo poema, se lo recitaba mientras metíamos las manos en él agua fresca. Eramos ella, yo y él río. Ni otras manos,ni otros oídos.
Mami era la única persona que sabia que yo quería escribir libros cuando creciera. Ya se que parece algo raro, porque la verdad es que no conocemos a ningún escritor por aquí. En realidad Papi me dijo que en la República Dominicana solo él presidente podía escribir libros.
Creo que es verdad. Fui a la galería y vi un montón de libros del presidente Balaguer. Se lo conté a Mami un día en él río. Golpeábamos la ropa contra las piedras, y yo sujetaba con fuerza mientras sacaba la suciedad de los pantalones de papi y de los uniformes de camarero de mi hermano Guario.
Mami no decía nada. Seguía moviendo la sabana que lavaba de un lado a otro y golpeándola contra las piedras. Finalmente levanto la cabeza y dijo:
- Ana Rosa, siempre tiene que haber una persona que haga las cosas por primera vez.
Creo que Mami me estaba diciendo que no había razón alguna por la cual no pudiera intentar ser la primera persona que escriba libros, aparte del presidente, en nuestra isla. O eso, o insinuaba que yo debería postularme para presidente y si ganaba, podría escribir lo que quisiera.
A veces las palabras de Mami son como un rompecabezas. Tengo que darles vueltas y vueltas en mi cabeza comonsi estuviera bailando un merengue. Mas tarde o mas temprano termino porncaer en lo que quería decir, pero aveces me gustaría que fuese un poco mas directa cuando dice las cosas.
También papi puede parecer que habla en adivinanzas, pero siempre se exactamente lo que quiere decir, como cuando le pregunte sinpodia tener un cuaderno para escribir mis poemas. Me respondió:
- Muchacha, la cabeza te esta creciendo mas que él sombrero.
Cuando se lo conté a Mami al día siguiente, se rió, pero yo estaba segura de que la risa estaba solo en su garganta y no en su corazón.
- tu padre dice cosas divertidas aveces, cariño-dijo-. Es un soñaor.
-¿un soñador?-pregunté-. ¿como puedes decir eso, mami? Todo lo que hace papú es sentarse en la galería y tomar ron.
La mano de mami salio volando con la rapidez de una lagartija que se esconde debajo de una piedra. Sentí él dolor en mi mejilla antes de darme cuenta de lo que había sucedido.
-¡No tienes pelos en la lengua, chica! Ten mas cuidado.
Me trague las lágrimas y golpee la ropa que lavaba con mas fuerza. Él día de lavar nunca había sido un día de palabras hirientes ni de cachetadas. Sentí como si papi fuera una roca que se desplomaba colina abajo y caía en él río. Después del chapuzón no quedaba nada, salvo él silencio.
A la luz del día él silencio es mas intenso y mas hostil que en ningún otro momento. No hay medidas dulces de silencio colonias estrellas nocturnas, o él crepúsculo, o la luz creciente de la mañana. Solo hay un silencio severo y brillante que resuena mas alto que los tambores.
Mire de reojo a Mami. Enjuagaba la ropa en él rio.
Me dijo:
- Mira, Ana Rosa, mira él río.
Lo miré. Él agua rodeaba las rodillas cobrizas de Mami y corría por sus dedos rojizos y agrietados, dejando besos húmedos en su piel.
-Nunca pasara por aquí de nuevo.-Me dijo-. Allá se va, al mar, donde se convertirá en espuma de las olas, nadara con los peces y guiará a los barcos en navegación plácida o accidentada, según su humor. Esta agua que pasa por mi lado tan deprisa dará la vuelta al mundo. Se alejara de la República Dominicana, se alejara de mi, pero siempre bajo él mismo cielo y él mismo sol.
Nunca había oído a Mami decir tanto de una vez. Mire con mucha atención al río sin ser capaz de ver todo lo que ella veía en él.
-Tu eres este río, Ana Rosa.-susurró-. Pero debes sortear las rocas suavemente en tu camino hacia él mar allí podrás hacer lo que quieras.
Sus palabras eran suaves, pero sus ojos castaños se habían convertido en ranuras de preocupación como tajadas de luna en una noche oscura. No había felicidad en la sonrisa que me brindó.
Pensé en las palabras de Mami durante muchos días y muchas noches. Pero daba igual como volviera a ellas o desde que punto de vista las mirara o como las reprodujera en mi mente: siempre me decían la misma cosa, que mami tenia miedo.
Mami no tenia que decirme lo que todo él mundo sabe en mi isla. Y lo que yo también sé.
Aquí habían muerto escritores. Al menos aquellos que habían tenido él valor suficiente como para lanzar sus palabras a nuestro gobierno.
-pero mami- susurré mientras me acurrucaba en la pared que separaba mi cama de la suya-, yo escribo poemas y cuentos.
Y en la oscuridad caliente y pegajosa, oí la respuesta de mami:
-A veces es mejor guardarse las cosas dentro. Por lo menos por un tiempo.
Estaba en lo cierto. Me estaba advirtiendo que debía quedarme tranquila. Esperar hasta que dejara la isla y pudiera escribir lo que quisiera. Cuando viviera en un país donde él silencio donde no fuera legítima defensa.
Pero yo quería que mami abriera los ojos: ¿deberíamos guardar siempre silencio, la clase de silencio brillante, severo como la luz del día, que resuena mas que los tambores? ¿Lograré alguna vez poner en papel lo que pienso? ¿Aunque sea solo que papi se sienta en la galería todo él día a beber ron? ¡vaya! Nunca volveré a decirlo en alto. La bofetada de mami durará toda una vida. ¿Y que pasa si escribo que quiero mientras todavía soy un río que fluye sorteando las rocas de mi isla?
Como mami había dicho, siempre tiene que haber una primera persona que haga algo.

El color de mis palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora