Me estaba convirtiendo en una pequeña ladrona, siempre robando trozos de papel. A veces eran las bolsas de papel en las que papi traía a casa sus botellas de ron. A veces eran servilletas o él papel gris que los dependientes empleaban para envolver cosas.
Pero lo que yo mas quería en él mundo era tener un cuaderno de mi propiedad. Un cuaderno donde escribir"Poemas, por Ana Rosa Hernández" en la primera pagina y entonces llenarlo con palabras, con largas palabras, con palabras cortas, con palabras que olieran y supieran y se percibieran como nuevas.
Pero él único cuaderno que tenia era él de la escuela. Mami me había dicho que un cuaderno costaba 40 pesos: un montón de dinero, él equivalente a dos comidas completas para nuestra familia. Cuantas botellas de ron podía comprarse papi con 40 pesos, me pregunté. Mi hermano Guario tenia un cuaderno. Estaba lleno de blancas paginas vacías que esperaban las palabras. Una vez le pregunté:
-Guario, ¿podrías darme tu cuaderno para escribir mis problemas en él?
Movió la cabeza y respondió:
-Es para trabajar, cara, lo siento, pero puedes recitarme tus poemas siempre que quieras.
Levante mi cabeza hacia mi hermano mayor y sonreí.