Mejini.
En este momento, mi trasero duele. He estado demasiado tiempo sentada y, a decir verdad, no me gustaría levantarme, porque sé que todos me verán raro, así que prefiero que mi retaguardia sufra un poco más. El ensayo ha sido lo mismo, y con lo mismo me refiero a lo de diario: tocar tangos y ensayar un sin fin de veces la escala de la polka Tritsch Tratsch, la cual odio porque jamás consigo que suene bien. Cuando la intento se escucha un gato agonizante. Eso no me molesta a mi, pero el director no dice lo mismo.
Así que aquí estoy hoy, nuevamente ensayando esa escala endemoniada. Me pregunto cuando es que cambiaremos de canciones, sé que no puedo empezar algo sin terminar lo que ya tiene un inicio, pero esto comienza a ser tedioso y rutinario. La rutina apesta. Eso activa mi furia, pero no siempre puedo estar desquitándome con el violín del concertino...<<—Amadeo ¿Me permites tu violín?—le pedí a mi compañero de clase, esperando que se negara. Al ver su expresión de duda, agregué—Es que tengo un trauma con él, es tan opaco... Me encantan los colores mate. Imagino que se escucha como los dioses.—dije con esperanza, dado que deseaba poder tocar un violín semi-profesional.
Mi violín es de estudiante chino, osea, es para estudiar y fue hecho en china. No se escucha tan genial como uno semi-profesional, menos como uno profesional. Sé que no importa que tipo de violín sea, dado que yo debo darle el sonido correcto. Así mi violín sea de cartón, puedo hacerlo sonar como un Stradivarius-suponiendo, ya que dudo que pueda ser posible- pero, aún así,es como uno de mis sueños dorados tocar violines en más alto nivel que el mio.
Al ver mi cara de suplica, Amadeo cerro los ojos y negó con la cabeza.
—Te lo prestaré Mejini, sólo porque me agradas mucho. Un rasguño y no tendrás más un subordinado en clase de matemáticas. —me advirtió y me extendió el violín.
Yo no quería perder su ayuda en matemáticas, sé que me iría pésimo, y quiero conservar mi excelencia. Acepté el violín con alegría y me acomodé para empezar a tocar. En ese momento empezaron a entrar demasiadas personas en conjunto por la puerta principal del salón donde nos encontrábamos Amadeo y yo. Nosotros estábamos cerca, y yo, de pie.
No tuve tiempo ni de pensar en que tocar cuando me di cuenta de que yacía en el piso boca abajo y con un dolor intenso en el estómago. Me había encajado un trozo de madera.
Entonces sólo escuche un alarido de miedo y desesperación proveniente de atrás... >>Cuando por fin acabó el ensayo bendije al cielo por dejarme mover mi trasero sin ser mal vista por el resto de mis compañeros, entonces me encaminé a donde se encontraba el concertino, Amadeo, guardando su nuevo violín.
—Este... Amadeo, yo... Lo siento de nuevo, sabes que no lo rompería a propósito—me diculpé de nueva cuenta por haber roto su violín semi-profesional.
—No es nada, Meji. Sé que no tuviste la culpa, eres demasiado buena para hacerme algo así—trato de consolarme, pero yo no podía aliviar mi culpa.
—Si pasa, si yo no te hubiera pedido tu violín quizá no tendrías que haber comprado de nuevo un violín de estudiante. Se que vendiste el anterior para poder financiar el que destruí. Y ahora... Todo para que tengas de nuevo uno de aprendiz—comenté esto último sin pensar. Me arrepentí en el instante.
—Meji, te quiero mucho, y te defendería de cualquier persona, incluso de mi. Pero con ese tipo de comentarios crueles que haces a menudo... Si quieres que te odie puedo hacerlo—dijo con un pequeño desaire. Eso llegó directo al lugar donde se alojaba mi culpa—No estoy enojado, no hagas que cambié de parecer, ya que la única que lo lamentará vas a ser tú—sentenció duramente y se apartó de mi, para luego dirigirse a la salida.
Su comentario me hizo sentir mal, pero a la vez aliviada. Estaba segura de que él no estaba furioso como yo creía, pero aún así sentía remordimiento. Creo que eso permanecerá en mi mente un buen rato. No soy de las que olvidan fácilmente sus errores fatales.
—¡Meji!—gritó Carla, sacándome de mis pensamientos al provocarme un sobresalto—¡Hay que irnos a casa ahora! Me acaban de avisar que mañana hay examen oral de Historia—dijo con un dejo de miedo en su última frase.
Al diablo la culpa, necesito ese "OK" para asegurar mi diez y seguir con la excelencia.
El reloj de la rifa para los chicos aplicados será mío.
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Orquesta
RomanceLa música nos alimenta. Es amor, la necesitamos, la sentimos. Hay corazones en espera de aquel fuego que despierta en ellos. Cada melodía nos enamora y, con un simple sonido, sabemos lo que es indicado.