Mejini.
<<—Te ves tan hermosa cuando ríes—comento el chico frente, haciendo que me sonrojara—También cuando te coloras.
No puedo con este chico. Es un dios griego. No tengo buenos pensamientos cuando estoy con él, y eso que no soy calenturienta...
¡Mejini! ¡Para! ¿En qué estás pensando? Jamás creí que me podría gustar de esta forma un chico, pero... Diablos, esos son pensamientos impuros. Me iré al infierno.—Basta Amadeo, cada que haces sonar tu voz provocas que me ponga nerviosa—dije sin pensar mis palabras.
Él sonrió con suficiencia.
—Entonces mis tácticas están funcionando como planeé—habló y se acercó a mi.
Maldición. En este ángulo lo puedo apreciar más. Es perfecto. Miro directo a sus ojos color miel, rodeados de pestañas largas y rizadas. Su nariz no tan respingada me encanta. Las narices muy finas en chicos hacen que se vean como niñas a mi parecer. No saldré con una chica. Sus labios gruesos, húmedos y brillantes, se ven tan tentadores. Por un momento fui espectadora de su movimiento y, cuando menos lo pensé, Amadeo estaba a escasos centímetros de mi rostro.
—Pienso que tu boca debe tener un sabor similar al de una nube—su voz ronca se hizo presente en la habitación.
—¿Y cómo conoces tú el sabor de una nube?—pregunté algo retadora, tratando de disimular el entorpecimiento de mi cerebro que sucedió cuando musitó su última oración.
—No conozco su sabor, pero al igual que una nube, tus labios deben de sentirse como estar en el cielo.
Sentí un remolino de emociones, o quizá un revoltijo de gases en mi estómago. El punto es que él lo provocó y espero, por el bien de todos, que la primera opción sea la acertada.
El me tomó la cara entre sus grandes manos y cortó la distancia entre nuestras bocas. Me besó. Lo maldije en mi interior por darse el derecho sin mi permiso, pero no lo demostré. En cambio, salió a relucir mi lado descontrolado aunado a la furia suprimida y le seguí el beso. Lo que empezó como algo tierno, fue convirtiéndose en pasión y necesidad plasmada en nosotros. Conforme más segundos pasaban, el beso se ponía cada vez más... Ardiente.
Sip, me voy a ir al infierno. Justo en aquel momento estallaron todos mis pensamientos indecorosos, provocando que me separará de él bruscamente. Al hacerlo caí en la cuenta de que no sólo era mi lado oscuro el que invadía mi mente. También se asomaba una verdad que estaba negando.
—No... Yo no... No puedo. Así no—bajé la cabeza y me aparte de su pecho.
—¿Qué pasa? Meji, sé que tú estás enamorada de mi ¿Creíste que no me daría cuenta? ¿Piensas que estoy jugando contigo porque hoy decido expresarme?—preguntó retador.
—No es eso. Simplemente no puedo corresponderte ahora—dije con un dejo de tristeza mientras mi corazón se oprimía.
—¿Entonces? ¿Crees que me tragaré ese "simplemente no"? No soy imbécil Meji, y tampoco me rindo fácil ¿Te ofendí? ¿Es eso?—me miró expectante e impaciente.
—¿Puedes dejar de hacer tantas preguntas?—pedí suplicando—No me apetece un interrogatorio ahora-miré al costado para que él no pudiera notar una lágrima que resbalaba furtiva por mi mejilla.
—Esto es estúpido, Mej. Hace unos instantes estabas tan feliz, incluso me seguiste el beso con tanta emoción... ¿Que sucedió? ¿Por qué este cambio tan repentino?—dijo, un poco más calmado.
Camino hacia mi de nuevo, volteo mi rostro para que lo mirara y limpió una nueva lágrima que caía por el camino dejado por la anterior.
—¿Qué sucede en realidad? Ni siquiera te he pedido nada, aunque lo vaya a hacer en el futuro. Pero por ahora, dime ¿Por qué no me aceptas?—hizo una última pregunta usando un tono muy suave y acogedor. Ese mismo tono que usaba siempre que hablaba con migo, en aquellos tiempos en los que aún podía sentirlo.
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Orquesta
RomanceLa música nos alimenta. Es amor, la necesitamos, la sentimos. Hay corazones en espera de aquel fuego que despierta en ellos. Cada melodía nos enamora y, con un simple sonido, sabemos lo que es indicado.