Más que guardián y cazadora

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Katie respiró hondo. Ése, ése era el momento de decírselo. Y él no la rechazaría, podía ver en sus ojos que le profesaba el mismo cariño.

–Estoy enamorada de ti, Oliver –dijo, con las mejillas sonrojadas.

Él le dedicó una mirada sorprendida.

–Ka... Katie...

Se acercó a él, con una expresión de ternura, su confusión era adorable.

–Yo no, Katie.

El corazón dejó de latirle por unos segundos, para después reanudar su marcha con un doloroso palpitar. Un escozor en los ojos le indicó que estaba a punto de empezar a llorar.

–Lo siento –Oliver intentó acercarse, pero se alejó.

–Está bien –balbuceó, tenía ganas de huir, encerrarse en su dormitorio y no salir jamás, Leanne podría alimentarla–. Yo... debo... ir... adiós –soltó antes de dar media vuelta y correr en dirección al castillo, llorando de forma silenciosa.

._.

–Para ya, Katie –Leanne frunció el ceño–. Se me hace sumamente masoquista de tu parte pasarte torturándote por eso, fue hace casi un mes.

Ella suspiró.

–No puedo evitarlo, lo peor es que no puedo sacármelo de la cabeza. Tal vez si yo...

–Para –la interrumpió con brusquedad Leanne, enderezándose del árbol donde estaba recargada–. Que Oliver sea un bruto que no quiere aceptar y luchar por lo que ama, no es culpa tuya. ¿Entiendes? Eres perfecta tal y como estás ahora. No quiero que te auto-desprecies porque no me quedará más remedio que golpearte con tu escoba.

Katie soltó una risa floja.

–Eso es, ríe, es mejor que toda esa mier...

–Leanne –la cortó con una sonrisa enorme.

–Hola, Katie –Cedric sonrió–. Te estaba buscando, ¿podemos...?

–Claro, claro –Leanne se levantó con una sonrisa pícara–. Háganlo aquí, que yo tengo asuntillos pendientes con... Alicia. No hagan cosas raras –se despidió, guiñándoles un ojo.

Katie se sonrojó, sabía lo que venía, últimamente Diggory la seguía porque quería que saliera con uno de sus amigos.

–Quiere salir contigo.

–Si viene y me dice en persona le diré que sí –soltó ella, sorprendida por su arrebato.

Él la miró de igual forma.

–¿Segura? –su tono de voz hizo que riera.

–Segura.

–Se lo diré, vendrá de inmediato –aseguró el capitán antes de levantarse y correr, pero, a medio camino, se dio la vuelta–. ¡Eres la mejor, Katie! –gritó antes de seguir corriendo.

Ella se sonrojó de nuevo pues, con el grito, Diggory había conseguido que todos los que se encontraban cerca la miraran con una sonrisa sugestiva.

–No estoy saliendo con él, es su amigo el que quiere algo conmigo –masculló, pero nadie la escuchó, ni siquiera su capitán de quidditch, quien tenía los ojos entrecerrados, como si quisiera matar a alguien.

._.

Oliver esbozó una enorme sonrisa que, estaba seguro, podría partir su cara en dos, a lo lejos se encontraba una chica con una melena rubia, pero podía decir con seguridad de que se trataba de Katie Bell, la chica que lo volvía loco.

Lost MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora