Azucena se levantó temprano de la cama, se vistió con unos pantalones y una camiseta negra ajustada, desayunó, y una vez preparada, decidió bajar a buscar a Ciprés. Lo primero que fue a mirar, y que la pillaba más cerca de casa, era los bares y cafeterías, donde los jóvenes trabajadores tomaban su café o su cerveza. Estuvo mirando desde las ventanas y dentro de los locales, pero no lo encontró en ningún sitio de aquellos. Y así estuvo toda la mañana.
A las 2 de la tarde decidió regresar a su casa a comer. Por el camino tuvo que contemplar como una mujer regañaba a un niño por ensuciarse el jersey de un bollo de crema.
A la tarde fue a los centros comerciales, donde había mucha gente, estuvo toda la tarde, pero no hubo suerte. De regreso a casa, ya de noche, fue con paso ligero para que nadie le parara ni quisiera nada de ella. Pues, las prostitutas ya estaban en las callejuelas y los hombres que vendían drogas querían nueva clientela. Además, era más peligroso la noche por las calles, ya que, había borrachos que podrían hacer cualquier cosa. Pero llego a su portal sana y a salvo. Fue al ascensor, y se dirigió al último piso. Allí fue a la puerta de su casa, lo abrió, y después se sentó en el sofá, y la llamaron para cenar, después de esto, como todas las noches fue a la terraza a hablar con las estrellas.
- Hoy no te habré encontrado - dijo -, pero mañana te encontraré.
Y así de decidida se fue a dormir hasta el día siguiente.
Y así fueron pasando los días, ella buscaba siempre por los bares, y después por los centros comerciales, también probó por los parques naturales más cercanos, así, hasta que llegaba la noche, donde se apresuraba a llegar a su casa.
- Llevo ya una semana buscándote... Me faltan tres más y tres días... Solo me falta mirar en los recreativos y en más sitios donde puede haber gente - dijo ella.
- ¿De veras crees que estaría en esos lugares? - preguntó una voz dulce por detrás de ella, ella se dio la vuelta y estaba aquel joven de pelos blancos y ojos morados, el tiempo se había detenido de nuevo.
- No me queda otra - dijo ella -, si no... ¿Dónde te busco?
- Quizás mirando no sea la forma de buscar, sino encontrando... - explicó él.
- Encontrar... ¿Cómo podría encontrarte? Me gustaría saberlo.
- Solo tu corazón podrá encontrarme, si no lo sientes, no podrás.
- Pero siempre que te veo paras el tiempo...
- Lo hago para que a tus padres no les dé algo al verme - Ciprés sonrió dulcemente -. Aparte, si te viera por la calle no pararía el tiempo, lo aprovecharía para estar contigo.
- ¿Entonces, si que puedo encontrarte sin para el tiempo?
- Claro. Yo no te haría trampas - Ciprés miró la hora que ponía el DVD de Azucena y decidió marcharse -. Bueno amor, he de irme, pero... No antes sin esto - Ciprés se acercó a Azucena y la besó dulcemente, luego la volvió a hacer el gesto con la mano y se marchó desapareciendo. Azucena nuevamente se quedó sorprendida, aquellos besos eran extrañamente placenteros. Después de aquello, y que todo volviera a la normalidad, ella se fue a dormir.
Azucena se despertó sin saber que hacer, ya había buscado casi por todas partes, pero decidió hacer el recorrido una vez más mientras pensaba en las palabras de Ciprés: "Solo tu corazón podrá encontrarme, si no lo sientes no podrás". ¿Qué significarían esas palabras? Ella quería encontrarle para que la humanidad no muriera, al menos, las personas buenas. ¿Con eso no bastaba con encontrarle? Se quedó pensando en aquellos besos de él, no sabía si quería más, estaba en duda de querer conocerle realmente. Con lo que decidió en ir a preguntar a las personas si le conocían por su físico o nombre. Pero no hubo suerte alguna, todo el mundo le negaba de la existencia de Ciprés.
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Un deseo a la noche.
FantasyCuando las personas nos cabreamos, solemos hacer o decir cosas que realmente no deseamos. Eso es lo que le paso a nuestra protagonista, Azucena, que al cabrearse pidió un deseo a las estrellas y éstas quisieron conceder. Ahora se verá en un lío por...