Prólogo

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—¿Cómo lo haces? —Alén le preguntó mientras Lucy se forzaba a tragar el ardiente y agrio café en aquella mesa, la de siempre, la de la ventana.

—¿Hacer el qué, exactamente?

La chica, que ocupaba la habitación contigua a la suya en la residencia, resopló divertida.

—Ser tan...—se dedicó a gesticular con las manos.— Borde, fría. ¡Es increíble cómo no te afectan las cosas que puedan hablar de ti! No tienes sentimientos, ¿o qué? —la chica de teñido pelo azul rió con ganas. Aquello solo incrustó un poquito más la punzada en el pecho de Lucy, la cual no pudo hacer otra cosa que soltar una risita falsa e ignorar el creciente dolor en el pecho. Lo disimuló encogiéndose de hombros.

—No me interesa, eso es todo. —desvió la mirada de su amiga.— Son como aquellas clases de historia del instituto que a nadie le interesaban y se solucionaban faltando. Esto es igual.

—¡Pues ya podrías enseñarme algunos trucos! La última vez que esta zorra de mi clase se metió con mi "pelo soso" pasó esto. —Alén señaló a su cabeza mientras las dos se levantaban y abandonaban la cafetería de su campus, con las clases a punto de comenzar.

—Ignórala, solo pasa de ella. Se aburrirá.

—¡Qué fácil es decirlo así! —Ambas se detuvieron donde el camino a sus facultades se dividía.

—Tú eras la que quería algunos trucos.

—¡Sí, trucos útiles! —la peliazul comenzó a caminar lejos de Lucy.— Está bien, hielo con patas, ¡nos vemos a la hora de comer!

Continuó su camino con la mirada de la rubia puesta en su espalda.

«Hielo con patas, hielo con patas...»

La secuencia comenzó a repetirse en su cabeza, como una lista de reproducción en repetición. Y Lucy no pudo más que pensar cuán diferentes son las personas por dentro y por fuera; que su casa no era de ladrillo, ni siquiera de madera, sino de paja. Que un soplido bastaba para hacerla pedazos.

También se preguntó qué tan ciega estaba, o se hacía la gente, que no se daba cuenta de que una sonrisa no vale más que mil lágrimas, pero si las esconden.

Lucy continuó su camino sabiendo lo ingenuas que eran las personas.

Pues aquellas que relucen como París, no son más que una Roma en ruinas. 


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¡Buenas! 

Aquí está el prólogo de una novela que muy, muy, muy lentamente (o no tanto) iré publicando. Así que espero que os guste :)!

¡Comentadme lo que penséis (aunque por ahora no parezca muy interesante (?)D:)! 

PD: Gracias a las lectoras de mis otros fics que se decidieron a darle una oportunidad a este también C:

Bye<3


Cold like LucyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora