{2} Run, baby, run

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Lucy se giró lentamente, para encontrarse con un chico que no había visto en su vida y con cara de plantearse el tirarla del tejado abajo, sentado en el borde opuesto al suyo.
—Lo siento, yo... no sabía que había alguien más ahí. —él ni se inmutó.
—Supongo que estarás satisfecha después de haberle roto los tímpanos a media ciudad.
Sus mejillas se enrojecieron enseguida.
—En realidad...
—Ahora, si has terminado el show, lárgate.
La vergüenza se le esfumó tan rápido como vino y no pudo evitar alzar el ceño con disgusto. Este tipo era un imbécil.
—Pues ya que lo dices, no, no lo he terminado, todavía tengo un trabajo que hacer. —y sin más palabras, Lucy volvió a darse la vuelta y a concentrarse en lo que debía. Tampoco se molestó en esconder ninguna de las emociones que le pasaban por la cara, aprovechando que no había nadie más que ella allí arriba; (ella, y el extraño).
Y luego cayó en la cuenta de que aquel tipo no la conocía y sonrió, pensando en lo divertido que sería experimentar y ser ella misma por una vez, la de verdad.
Lo miró una vez más sobre su hombro, y el susodicho seguía sentado donde ya llevaba sabe dios cuánto tiempo, con la misma cara de indiferencia de antes y la mirada en otra parte.
El alma artística de Lucy la obligó a girarse como si la llevase el demonio con la cámara ya enfocada hacia él, aunque la torpeza en la emoción la hizo presionar más profundo de lo normal y activar la ráfaga, haciendo que el sonido del disparador se hiciese fuerte y prolongado.
El desconocido se giró hacia ella.
—Por tu bien, espero que eso no haya sido una foto.
Lucy se removió nerviosa sobre sus pies.
—Que va son cosas tuyas, yo solo estaba... Terminando mi proyecto, eso. —rió nerviosamente y miró hacia todas partes menos hacia él, que se estaba levantando, así que también retrocedió, estratégicamente hacia la puerta de salida.
—¿Un proyecto que incluye molestar a alguien a quien no se debe enfadar? Qué inteligente.
—Bueno, yo, es que... —Lucy retrocedió hasta chocarse con la pared al lado de la puerta, viendo al chico cernirse prácticamente sobre ella. Separó una de las fotos de la ráfaga que había hecho y la apuntó hacia él, eliminándola.
El pecho le latía a mil.
—Mira, ya está, eliminada, ¿ves? Ahora, como tanto querías, me voy.
La rubia se lanzó hacia la puerta y corrió escaleras abajo, con el corazón latiéndole hasta en la cabeza, y riéndose. No solo porque había salido con vida, sino porque por primera vez en mucho tiempo se había sentido como ella misma, la verdadera Lucy.

[...]

—¡Lucy no te vas a creer...! —la voz de su vecina de habitación irrumpiendo de golpe en su cuarto la hizo dar un salto en la silla en la que estaba acuclillada.
—Hola, Alén. —saludó sin mirarla, oyendo sus pasos detrás mientras continuaba enviando las fotos de la cámara al ordenador.
—No me digas que él es quien creo que es. —la peliazul apareció rápidamente sobre su hombro, pegando la cabeza a la pantalla del portátil.
—No lo sé, no lo conozco, solo me lo encontré ho-
—De verdad que te creí más inteligente, hija. —le cortó.
—¿Qué es, otro de estos chicos malos? —inquirió con diversión para ocultar la curiosidad.— Porque la parte de la adulación a las chicas la tiene suspensa.
Alén suspiró en derrota.
—No, idiota, él no es un chico malo. Él es simplemente malo. Antes todavía había alguna chica valiente que se le acercaba, porque está muy bueno y todo eso, pero después de que las tratase como basura al igual que a todas las personas que se le acercan, terminaron por desistir. —terminó por robarle el ratón y continuó pasando las fotos del susodicho.
—¿Ah, sí? —Lucy trató de disimular su cada vez mayor interés girando sobre la silla.
—Sí, tonta Lucy, él es el villano de la película pero con la inteligencia del superhéroe.
—Solo coincidimos una vez, Alén. —dijo, casi riendo ante el ceño alzado de su compañera.
—Y me extraña que hayas sobrevivido después de sacarle fotos. Seguro que no te vio, o lo menos que habría hecho sería romperte las manos para que no pudieses usar más la cámara. —exageró. "Oh pero sí me vio —pensó, en realidad, Lucy— me vio y me escuchó. Y mucho"
—Supongo que tuve suerte.
La peliazul resopló.
—Deja tu culo indiferente al lado, es maravilloso que sigas viva. Así que... —dejó la oración en el aire a medida que cerraba todas las ventanas en la pantalla.— ¡Vamos a por unos batidos para celebrarlo! —Tironeó de la mano de la rubia.— ¡Tengo algo que contarte sobre Marcia!

[...]

Lucy caminó calle abajo con las manos a rebosar de libros prestados de la biblioteca. A veces, ser estudiante de artes tiene sus inconvenientes, como esos exámenes de historia sobre el arte desde el paleolítico hasta Grecia.
Dobló la esquina y apuró todo lo que pudo, y aún así se comió el semáforo en rojo. Pues no, que no era su día. Y llevaba sin ser su día como una semana. Desde el estúpido miércoles con ella gritando en un tejado hasta este martes malgastado en la biblioteca. Oh, y Alén adquiriendo un nuevo tema con el que molestarla: el chico de las fotos. Ahora, a parte de Marcia y su novio, un chico del que no sabía el nombre. Y no es que no se lo haya preguntado discretamente a su amiga pero...
El semáforo se volvió verde y Lucy cruzó al mismo tiempo que las puertas del edificio de enfrente se abrían. Y ella casi se echa a reír.
"Hablando del rey de Roma..."
—¡Eh! ¡Eres tú! ¡Nos volvemos a encontrar! —le gritó al ver que él giraba ya la esquina, pero este no se dio la vuelta. Simplemente la ignoró con una mueca.— No pongas esa cara como si no me conocieses. —caminó tras de él.— Idiota. —Masculló, pero lo suficientemente alto como para que lo oyese, y terminó por caminar a su altura.— Soy la chica del tejado, la que rompe tímpanos.
—Desaparece. —fue lo único que dijo.
—Qué mala suerte para ti, la calle es de todos, y puedo caminar por donde quiera. —Lucy sonrió, contenta de haber ganado aquella ronda y de cruzar una nueva calle molestando a aquel chico de fama rompehuesos.
Sonrió hasta oír soltar un gritito a las chicas que se cruzaban de frente.
—¡Es Lucy! —habló una de ellas.— ¡Esa que te dije que era muy borde!
—¿En serio?
—¡Si! Tendrías que verla, está en mi facultad y es tan fría que...
Pero la rubia ya no escuchó nada más, y a pesar de sentir la mirada de aquel chico desconocido sobre ella, volvió a guardarse la sonrisa a la fuerza y echó a correr con todas sus fuerzas, lejos de allí.

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¡Hola otra vez, señoritas!

Bien, como prometí estoy aquí (lo más pronto que pude ah) con otro capítulo de la interesante vida de Lucy.

He de aclarar algo también, aunque seáis pocas las que leéis. Apenas tengo tiempo para escribir ahora mismo, entre exámenes y mierdas varias, pero como no me gusta hacer esperar ni dejar a la gente a medias, he decidido que esta novela será corta. Me explico, así como otras que he escrito terminaron con +50 capítulos, esta será bastante más breve. (Lo cual no quiere decir que vaya a precipitar las cosas, no me malinterpretéis, tengo un trillón de cosas pensadas ya.)

Dicho todo esto, espero volver pronto, y si esto en alguna otra ocasión especial con más sobre Lucy y su amigo el desconocido. 

Espero que os haya gustado <3 


Cold like LucyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora