En bolsa llevo la mente.
Al barco, al minuto.
La llevo como un mandado
al puerto, al lejano.
En una habitación,
con sus muebles lentos y
fotografías desdibujándose
dos amantes en
infinita invisibilidad
duermen apagados en aire;
desnudos en la cama sin cobijas.
Yo paso por su ventana,
con la mente en una bolsa.
La llevo al hombro,
de ciudad en ciudad
a las olas, a las sales,
a flotar falsa fugaz
a limpiar su arcilla raíz ideas
a abrir sus puertas en océano.