Cap. 1 En La Oscuridad...

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A veces La Soledad es el precio de la Libertad, Cada noche era lo mismo, daba vueltas en mi cama pensando en mil cosas que no dejaban que cerrara los ojos; el trabajo y la escuela me mantenían ocupada todo el tiempo, lo único que hacía era llegar a casa y acostarme... Mi madre? trabajaba de noche, prácticamente estaba sola.

Estaba Harta de estar así, quería cambiar esta maldita monotonía, esta rutina me mataba.

Ese día hice algo diferente, jamás pensé que ese pequeño cambio daría un giro diferente a mi vida.

Llegue tarde a casa, no porque haya tenido mucho trabajo, simplemente quise tomar un camino diferente. Abrí la puerta y deje caer el bolso a la cama, suspire y aburridamente me desvestí, para luego ponerme una camiseta que apenas cubría mi trasero; fui a la alacena, tome el cereal y enseguida fui por la leche al refrigerador. Estando en la mesa me di cuenta que realmente estaba sola, ya lo sabía, pero en ese momento lo acepté, realmente estaba sola.

Oh por Dios, ¿Esto es vida? Me lo pregunte una y otra vez mientras consumía el cereal, hasta terminarlo.

Ya había pasado al menos una hora desde que me metí a la cama y mis pensamientos no me dejaban dormir; de la nada comenzó a llover, todo era silencio, escuchaba como cada gota golpeaba mi ventana y se deslizaba por el cristal. Me desesperé, lo único que quería era dormir y olvidarme de esta maldita soledad por un momento; daba una y mil vueltas en mi cama que parecía cómoda, aunque siendo sincera se le había hecho un hueco que si lo amoldabas podías descansar al menos, pero ese día me avente y caí como ballena, prácticamente dormía chueca.

Los nervios comenzaban a invadirme y cada tanto llevaba mis manos a mi cabeza y las pasaba por mi cabello, realmente estaba perdiendo la paciencia. Cuando al fin pude contenerme y acomodarme en mi cama, las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, estaba sola y nadie me escuchaba, lloré sin que alguien me consolara, en esos momentos deseaba tanto que mi madre no trabajase de noche para que yo pudiera abrazarle y dormir en sus brazos como cuando era niña... Desafortunadamente ella tenía que trabajar y ayudarnos mutuamente, ya que mi padre jamás se hizo cargo de nosotras.

Estando al limite mi llanto cesó y sequé mis lágrimas.

-Esto no es vida!- exclame levantándome de un brinco.

Tome mi celular para ver la hora:

11:16 pm

Fui a mi guardarropa, al no querer encender algún foco por flojera, no vi mi sandalia y fui a darle un beso de buenas noches al suelo -claro, yo siempre tan amable- no tenía tiempo para tallar mis rodillas, tome un pants y una chamarra, me las puse y enseguida sin perder tiempo me puse mis tenis, me coloque mis auriculares y tomé mis llaves antes de salir casi corriendo.

Al menos la lluvia había parado. Caminaba sola en la oscuridad, escuchando la música que tanto me gusta; podía apreciarse un cielo despejado y unas cuantas estrellas en él, la luna iluminaba el camino, sentí tanta paz. No sabía hacia donde me dirigía, iba sin rumbo; eran tantas mis ganas de salir de mi monotonía que por primera vez no pensé en las consecuencias.

Camine por un rato hasta encontrar un pequeño parque y junto a este un mirador.

-Vaya que es lindo ver todas esas estrellas desde arriba- lo dije con una sonrisa sincera en mi rostro al ponerme al borde del barandal, suspiré y me senté junto a un farol, el más alto y el que tenía más luz.

Deje todo el estrés y me recargue cerrando los ojos, suspire con una tranquilidad que en segundos se esfumo.

-No deberías estar aquí.

Escuche esas palabras que al momento me erizaron la piel.

-Maldición- lo grité en mis pensamientos.

No quería que esa persona percibiera mi miedo, así que respondí firme y segura:

-¿Y por qué no? ¿Acaso es tuyo el lugar, como para prohibirme estar aquí?- Moría del miedo y de no ser por que mordía mis labios para no flaquear, me hubiera orinado de la impresión.

-No seas tonta, no me refiero a eso, puedes venir cuando quieras pero, ¿a esta hora? No crees que es demasiado tarde para que alguien como tú ande sola, por los rumbos, sabiendo que hay tanto...

-¿Tanto qué?- le interrumpí- ¿y por qué no puedo venir a esta hora? Me lo dice alguien que esta aquí a esta misma hora... ¿y quien rayos eres? Estas ahí escondido, que acaso eres un murciélago o algún tipo de animal nocturno?

Me puse de pie, como el tonto no contesto estaba decidida a largarme del lugar.

Para mi mala suerte, pise mal y un pedazo del pavimento se disloco de la acera y resbale...

Grité. Fue lo único que pude hacer.

Sentí que iba a morir, cuando abrí los ojos estaba ahí colgada y una mano sujetaba la mía fuertemente. No podía ver su rostro, el contraluz del faro me lo impedía, solo supe que tenia el cabello largo y una suaves manos.

-Me refería a esto-fueron las palabras que dijo- ¿acaso no te das cuenta del peligro que corres al vagar sola a estas horas?

¿Qué le pasa a este tipo? Me regaña? Pero, quién diablos se cree? -Lo dije en mi mente mientras trataba de sostenerme de su mano, hasta que por fin pude hablar.

-¡Maldición! Me vas a subir o dejar caer?- Le pregunte con un tono altanero.

-Mmm para estar en peligro eres muy descortes, ¿sabías? Deberías ser un poco más amable, digo, tú eres quien esta por caer del precipicio – dijo risueño.

-Por un demonio, ¿me vas a subir o qué? Digo, la vista está muy agradable, pero no la disfruto, y menos desde este ángulo- Si pudiera lo habría golpeado, solo que estaba en una mala situación.

-Ya, ya, tranquila, te subiré; vamos extiende el otro brazo para que pueda sujetarlo- Lo dijo con un tono de burla, pero no me quedo más que hacer lo que decía.

Cuando al fin pudo tomar mi mano, con mucho esfuerzo logro subirme.

-Niña ¿qué comes? Estas pesadita, eh?- lo dijo sonriendo el muy cínico.

Con mis manos sacudía de mis pants y pedacillos de escombro que habían caído sobre mi cabello.

-No pienso darte las gracias, así que ni lo esperes-se lo recalqué con todas las letras.

-Para ser tan linda eres una chica rebelde, maleducada, grosera... pero esta bien, me debes una, recuérdalo.

-Sí, si, lo que digas. Me largo.

Puse de nuevo mis auriculares y caminé lo más rápido posible para llegar a casa mientras pensaba en ese tipo.

Pero quien rayos se cree, espero no volver a toparme con él.

SALVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora