Cap. 2 el chico ojos color sol...

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Soy Kagome Higurashi, una universitaria de diecinueve años. Pasaron unas semanas desde el incidente del mirador y mi vida había vuelto a ser la misma de siempre; aunque, sinceramente no esperaba encontrarlo de nuevo, ni siquiera lo reconocería si me lo encontrase en la calle, por qué? Porque solo escuche su voz, nada más.

Mi situación sentimental: mágica, nada por aquí y nada por allá; pienso que estar en una relación me quita el tiempo. La por la que pensaba que el amor no existía y que únicamente esa palabra significaba sufrimiento, era porque al chico que ame y entregue mi corazón, me destrozo, jugó conmigo y mis sentimientos, tan solo estuvo con migo por una apuesta, gracias a ello me volví una chica fría y alérgica al amor, muchos dicen que en lugar de un corazón tengo un iceberg, pero como dicen, es mejor sola que mal acompañada; mi madre una vez me dijo "el amor de tu vida, llega después del error de tu vida". A veces ruego por que sea verdad.

No tengo tiempo para pensar en el amor, eso me ha dejado malas experiencias. Me dedico a trabajar y estudiar, además de eso no tengo nada más en que pensar.

Pero como siempre, la vida te da sorpresas en el momento menos esperado.


Despues de clases, Kagome llega a la panaderia Shikon para hacer sus labores ahí. Y como era costumbre, atendia a los clientes sin fijarse mucho en ellos., pero esa tarde...

-Buenas tardes- saludo el chico que en seguida tomo una charola para escoger sus piezas de pan y dio la vuelta.

Kagome hizo lo que jamás había hecho con algún otro cliente.

-Buenas tardes

Respondio al saludo mientras miraba fijamente al chico que le daba la espalda, en cuanto el chico giro para dirigirse a la caja ella se quedó petrificada.

Vaya que es lindo. No, no, pero en que estás pensando Kagome. Se decía a si misma mientras movía la cabeza.

Al llegar a la caja, Kagome tomo el pan lo metio en una bolsa y se lo entregó.

-Son $30 con 70 centavos- dijo, con la misma sonrisa que le daba a todos los clientes.

-Toma, quédate con el cambio.

-Gracias, vuelva pronto

-Por cierto, eres muy hermosa y tus ojos me encantan.

Este comentario hizo que Kagome se desencantara fácilmente.

Era tan bueno para ser verdad, es un mujeriego – pensó

-Le agradezco, pero ahórrese sus comentarios.

-Mmm que agresiva-dijo sonriendo- Ya veo que no has cambiado nada, sigues siendo una chica rebelde, maleducada y grosera.

-¿Disculpa? Quien te crees que eres? – dijo, mientras lo fulminaba con la mirada.

-Ay, no me mires con esos ojos, das miedo.

Kagome no dijo nada, pero lo seguía mirando con una expresión entre duda y un poco de ira.

-Era broma, tranquila. Enserio ¿no te acuerdas de mí?-preguntó mientras sonreía.

-No

-¡Que mala memoria tienes! Bueno, no importa; por cierto, espero que después de lo que te paso aquella noche, no hayas vuelto a salir a esas horas.

-Eh? No me digas que fuiste tu quien...-respondió sorprendida, mientras sentía que toda la sangre se le venía a la cara.

-Sí, fui yo.

Kagome sin darse cuenta se sonrojaba cada vez más. Cuando el chico se despidió, ella lo miró fijamente a los ojos y pensó que jamás había visto unos así: tan hermosos y brillantes, era como ver el sol de cerca.

-Por cierto, Inuyasha. Inuyasha Taisho es mi nombre, nos vemos. -Le dijo antes de salir por la puerta.

-No te lo pregunté. ¿Quién se cree? – dijo cuando reaccionó, aunque el ya se había ido.

Esa noche camino a casa, me sentía tan tranquila, no se que habrá sido pero esa fue la tarde más linda de todas; jamás pensé que mi salvador fuese tan atractivo, encantador y lo que es aún mejor, jamás había visto unos ojos tan hermosos!

Me sentía tan feliz, plena, con una paz interior excelente. Acaso habrá sido por ver el brillo en los ojos de:

Inuyasha, el chico de ojos color sol.

SALVAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora