Plan. [Parte 1]

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Terminó la clase de Física.
Toca el timbre de salida.
Pondré mi plan en marcha.

Salí rápidamente del lugar y visualicé a Lyane.
Esta vez no la recogió el tipo que ella llama "padre", por lo tanto la irse a pie.

Acomodé bien mi mochila sobre mi espalda y comencé a caminar detrás de ella, disimuladamente claro.

Luego de alrededor de unas 15 cuadras Lyane tomó camino hacia una casa bastante pequeña diría yo.

Ella entró y dejo la puerta algo abierta. Eso facilitaría mi plan.

Al entrar ella, yo me dispuse a observar por la ventana de la casa, la cual daba al comedor de ésta.

-Yo...este, padre he llegado. -escuché decir a Lyane y a su padre salir para nada amable de una habitación.

-Escuchame bien pedazo de estúpida, ¿a ti te parece bien irte a tu puta escuela sin limpiar la cocina? -dijo y la empujó un poco.

-Yo...enseguida lo haré, pero no me hagas nada por favor. Suficientes problemas me traes en la escuela. -dijo ella y luego cerró los ojos fuertemente.

-¿Problemas? -dijo el tipo acercándose peligrosamente hacía ella- ¡La única que trae problemas aquí eres tú! -y le proporcionó un golpe.
No cualquier golpe. Un gran puño en su estómago, dejándola en el suelo.

-Eres débil-dió otro puño, pero en su cara- eres horrenda- otro golpe- idiota, gorda, imbécil- otro golpe, y otro y otro.

Lyane lloraba, tendida en el suelo, mientras que yo lo hacía afuera, observando la situación.

Ver a la persona que amas en ese estado te causa una presión en el pecho, como si alguien tomara tu corazón y lo apretara con todas sus fuerzas.

Yo le juré a Lyane mil veces que la sacaría de ese infierno.
Y es por eso que hice lo que hice.

Entré azotando la puerta (que gracias a Dios ella dejo media abierta) para llamar la atención y deje de golpearla.

-Déjala. Ahora. -ordené.

El tipo me miró y río en mi cara.

-¿Y qué? ¿Ahora tienes noviecito para que venga a salvarte? -le dijo, y ella sólo se limitaba a mirarme con lágrimas en sus ojos- No puedes defenderte sola así que llamas a este niñito para que venga por ti, eres patética. -y le dió una patada en su estómago que la dejó retorciéndose.

-¡Que la dejes, maldito seas!-y me lancé sobre él.

Notas AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora