Anzuelo

35 1 0
                                    

El día era azul: el cielo se mezclaba con el agua y juntos devoraban la realidad sintética de la ciudad. El tiempo era ideal para huir. Fuese pues al centro misma de aquella bestia primaria, a probar su suerte con una caña y carnada barata.

El agua, cubierta de nubes y llena de peces, se burlaba de él en silencio. El bote media-luna reposaba sereno en medio de esa tensión hambrienta, insoportable, que el hombre hallaba relajante: segura. El anzuelo cayó con el sonido de un suspiro. Cerró los ojos y al cabo de unos minutos (que el reloj marcó como horas) sintió un tirón. Forcejeó con la bestia con fuerza bruta, y entre jaleos y tirones, el hombre cayó al agua.

El cielo se tornó gris terciopelo y el agua se tiñó de rojo: la bestia había sido alimentada.



LudogramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora