II. Sin escapatoria.

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Después del incidente de la mañana, llegue tarde a la escuela, el maestro de Gimnasia me ha llamado la atención, sinceramente no le puse cuidado, no me interesa en lo mas mínimo lo que el me diga.

Odio esta clase, comenzando por que debemos quitarnos el pantalón y el suéter, no estoy conforme con mi cuerpo y esta clase no me ayuda mucho.

Además alguien podría ver mis cortes y están tan profundos que no podre decir que fue "mi gato", aunque no tengo, esa siempre ha sido mi excusa, claro cuando mis cortes eran apenas notables, pero ahora no encuentro una excusa valida y tampoco pienso decir la verdad.

¿A ellos que les importa? Manada de hipócritas, nunca me hablan y siempre permanezco sola, pero para meterse en mi vida si están en primera fila.

Me quedo perdida pensando en lo genial que seria abandonar todo, cuando escucho el silbato del maestro el señor Mr. Blass.

- Señorita Samantha. ¿Seria tan amable de bajar de Marte y aterrizar en mi clase? - Me dice con un tono arrogante.

Ruedo los ojos y no digo nada, procedo a quitarme mi pantalón y mi suéter, me pongo a pensar en mis heridas pero recuerdo que traje una venda, así nadie notara lo que pasa, o eso espero.

Cuando estoy a punto de levantarme para comenzar a hacer Gimnasia, siento como una mano se posa sobre mi hombro y me empuja hacia atrás, bruscamente, yo quedo sentada nuevamente.
Escucho risas hasta que veo a Amber frente a mi, con sus "perros falderos", (así le digo a las chicas que la siguen a todo lado y se hacen llamar sus amigas).
Amber es la chica mas popular de la escuela, es linda, con un cuerpo envidiable y además de eso su padre es un rico empresario, ella lo tiene todo, a diferencia mía.

- Levantate arrastrada - Dice Amber casi escupiendo las palabras - Oh! Se me olvida que allí es donde perteneces, me das asco. - Comienza a reír junto con sus amigas.

Solo pienso, "tranquila, yo también me doy asco".

No digo nada y me levanto, aunque me dio algo de ira lo que acaba de suceder, no puedo hacer nada, siempre ha sido asi, no tengo escapatoria.

Conociéndome.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora