Hiedra Venenosa

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-¡Stewi, corre métete en el baño!

Cogí sus cosas y se las di empujándole hacia el baño. Me puse la blusa rápido y el pantalón después.

Cuando todo parecía que estaba en perfectas condiciones miré al suelo y todas las sábanas estaban esparcidas por la zona. Tropecé con una de ellas lo que hizo que me cayera.

En ese instante escuché pasos rápidos y golpes en la puerta.
-¡Mery, abre la puerta! Dijo.

De pronto George la abrió con fuerza, yo fingí estar como siempre.

-¡Cariño! ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Pues que quería celebrar nuestro aniversario y he salido antes, escuché un ruido muy fuerte y pensé que te pasaba algo.

-Iba a lavar las sábanas y tropecé con una de ellas.

Joder porque dije eso, las lavé ayer.

Pocas horas más tarde nos sentamos en la mesa para cenar. Pero justo antes le heché un fuerte veneno en la copa de vino de George.

Estaba nerviosa y desordenada con los cubiertos, cada cinco minutos se escuchaban ruidos provenientes de nuestra habitación. Deduje que me notaba rara. Al probar la copa puso una cara de asco.

-¿Te gusta el vino mi amor? Es español. Dije.

Se dirigió con la copa en la mano a la cocina, seguramente a tirarla, pero era demasiado tarde ya le quedaban minutos de vida.

Aproveché ese momento para enviar un mensaje al móvil de Steve.

-Oye, ya ha bebido de la copa de vino. ¿Por qué haces tanto ruido?

En ese instante escuché un ruido

-Mery, ¡no me dijiste que tu marido era mi jefe de trabajo! Ha entrado un mapache al baño y ha roto mi ropa. Creo que está subiendo:'(

Al ver el mensaje me aterroricé. Subí en seguida. En tres milésimas de segundo vi como mi marido tiraba por la ventana sin piedad a mi amante.

¡Me has puesto los cuernos y creo que me has envenenado, puta!

Segundos después se desplomó en nuestra cama.

No me lo podía creer lo que había pasado. Me asomé a la ventana y Steve estaba más que muerto. Empecé a llorar, bajé a la cocina a por un cigarro, me lo encendí y subí a mi cuarto. Me tumbé al lado de mi muerto marido y empecé a fumar esperando a que llegara la policía.

Con el rímel corrido y sin parar de reír acabó todo lo que en la noche pasó aquí.

Pd: Mery perdió el juicio y entró en la cárcel para pasar los últimos 30 años de su vida encerrada. Tuvo tratamiento psicológico. Pero nunca volvió a ser quien era.

Holaaa soy Mario Sant, queridos lectores este es el fin de la secuela de la infidelidad. He tardado lo suyo en publicar el final y lo siento. Os adoro por los apoyos y espero que os haya gustado. Un besazo y adiós.

Mi infidelidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora