1. Detención y determinación.

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No sé en que estaría pensando mi padre como para poder inscribirnos en aquella escuela, tal vez en lo que comería esa noche o si ganarían los Yankis en el siguiente partido. No lo sabía, ni tampoco me importaba ya.

—Estas de coña —dije mirando el pedazo de tela cuadrille azul, negra y gris que sostenía en sus manos.

—Oh, no, cariño —sonrió —. Tienes que ponerte esto.

—¿Quieres que me ponga una pollera? —inquerí como si se hubiera vuelto completamente loco de remate. Y es que, sí se había vuelto loco.

—Si es que quieres graduarte e ir a España para entrar en la selección —dijo —, debes ir primero a una escuela. Y como te han echado de la anterior, más vale por tus ahorros que dures en esta.

Solté un gruñido, sabiendo que me tenía acorralada. No había forma de huir de aquello.

Tomé la cosa de sus manos y subí a mi cuarto, marcando cada paso la furia que sentía. ¡Demonios! ¿Yo como iba a imaginar que me expulsarían por algo tan estúpido? Ni que derribar la pirámide de las porrizorras no nos hubiera hecho un favor a todos...

Me quité mi ropa y miré la que estaba encima de mi cama. Una camisa blanca, una corbata cuadrille, la pollera, las medias negras altas y los zapatos del mismo color que con solo verlos me hacían querer quemarlos.

Me cambié a regañadientes, pero al momento de ponerme el calzado, decidí usar mis medias que tenían calaveras rojas y mis zapatillas favoritas negras. Nadie se daría cuenta de la diferencia.

Bajé, encontrándome con mis cuatro hermanos y mi padre en la mesa desayunando. Me senté entre Jay y Jeremy, como siempre.

Jay era el mayor de todos, con casi veintiún años. Jeremy era el segundo mayor, con apenas diecinueve recien cumplidos. Luego seguíamos Seth, Sean y yo, los trillizos. Cada uno de nosotros era diferente, con distintos gustos y pasatiempos, pero todos compartíamos una pasión: el deporte. Ese era nuestro lenguaje personal, algo que ninguna otra persona de afuera lograría entender. Si alguno estaba enojado, decir algo así como «Oye, ¿jugamos un partido de básquet?» era como decir «lo siento».

—Hey —dijo Jeremy en voz baja con una sonrisa —, creo que se te ha olvidado la parte de abajo del uniforme.

Sonreí.

—Cállate, papá no se dio cuenta.

Jer me guiñó un ojo y probó un bocado de su tostado.

—¿Por qué tenemos que usar esto? —escuché decir a Seth.

—Ni que fuéramos perros —gruñó Sean, quien estaba al otro lado de la mesa, agarrando en un puño la corbata con el ceño fruncido.

—Porque así es el uniforme —contestó mi padre sin mucha importancia, sin quitarle los ojos al periódico que sostenía en sus manos —. Agradezcanle a su hermana.

Dos pares de ojos me miraron fulminantes, por lo que sonreí inocentemente.

—Ya he dicho que lo sentía, no creí que papá también los haría sufrir a ustedes —me encogí de hombros.

—¿Por qué tanto escándalo por un escuela? —dijo Jay sacudiendo la cabeza.

Lo miré seria, haciendo que él me mire.

—Hermanito, se trata del Instituto Foster.

La boca de mi hermano mayor se abrió con sorpresa y miró a nuestro padre con los ojos agrandados.

—¿Es en serio? —inquirió — ¿Ese lugar? Justamente, ¿mandarás a Sierra ahí?

El Instituto Foster era muy conocido en Nueva Jersey por su exigencia, disciplina y los genios que salían de ahí. Estaba claro que yo no sería ninguno de ellos. Mis notas se basaban en aprobar con suerte. No sabía cómo hacía, ni tampoco intentaba averiguarlo, pero siempre conseguía aprobar, aunque sea con la nota mínima. Mi padre había tenido que hacer un verdadero papeleo para que mis hermanos y yo entremos.

Jugando Contra las Reglas© (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora