Prólogo

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La batalla de Tartaros había finalizado, dando una triste victoria a las hadas. Todos habían experimentado alguna pérdida, o habían sufrido para poder ganar. Y después de sus grandes esfuerzos, los demonios de Zeref habían caído.

Los ánimos no estaban por las nubes cuando se acabó la batalla. Sabían que la amenaza siguiente llegaría, pues Zeref les había anunciado sus propósitos de destruir la humanidad. Pero enfrente de los escombros del gremio, Lucy veía triste lo que quedaba de aquel. Tanto había sufrido por estar aquí, tantas cosas vividas, y este edificio se viene abajo como los ánimos de todos.

De repente siente a alguien que le toca el hombro, sacándola de su ensoñación y giró la cabeza encontrándose con Natsu. Le dedicó una sonrisa triste y se giró completamente para abrazarle.

-Yo...Natsu...siento lo de Igneel, de veras, estoy aquí para ti-le dijo mientras comenzaba a llorar.

-Igneel me dijo que debía de vivir un futuro y ese es mi propósito, no me lamentaré más, así que no te preocupes, Luce, pero muchas gracias- dijo mientras le abrazaba.- Pero, tu también has perdido a alguien importante, Luce, estoy aquí contigo, para todo.

-Mph, gracias Natsu. Te quiero-dijo intentando dejar de llorar.

-Yo tambien te quiero, Luce-le contestó el mientras la consolaba.

Y es que Natsu se había confesado a Lucy. No le importó el momento, la tristeza del sitio, pensó en Igneel y la promesa que le había hecho.

Al separarse, le pasó un brazo por los hombros a Lucy y comenzaron a caminar. No hablaron, no lo necesitaron, con estar los dos juntos, dándose apoyo, les era suficiente. Lucy sonrió, no pasa nada, todo estaría bien siempre y cuando estuviera con Natsu.

Él quería alegrarla, se veía decaída después de la batalla y a él no le gustaba verla así. A él le encantaba ver su sonrisa, su mirada inocente. Así que decidió darle una sorpresa. La guió a través de las calles de Magnolia hasta encontrar su destino.

Un restaurante elegante se encontraba en frente de la pareja.

-Natsu...no me digas-dijo girándose con una radiante sonrisa.

-Si, Luce, esta es una sorpresa para ti-le dijo.

-Me encanta-dijo tirándose encima suyo.

-Venga entremos  a cenar, tengo hambre.

-Tu nunca cambias ee.

Así entraron y se dirigieron a la mesa que estaba reservada para ellos. La comida estaba deliciosa. Lucy disfruto como nunca de su sorpresa, y que decir de Natsu, no paraba de engullir. Pero Lucy no se quejaba, al fin y al cabo ella se había enamorado de ese Natsu.

-Ahora que Fairy Tail ha sido destruido, tendremos que reconstruirlo, ¿no?-comentó Lucy.

-Si, claro que si. Tendremos que trabajar duro.

-Sabes que siempre me has protegido, pero esta vez yo también os he protegido, me siento bien por ello-dijo Lucy.

-Pero tú siempre nos has ayudado Luce, ¿qué estás diciendo?

-Pues que sé que os puedo servir de ayuda pero en momentos de batallas muchas veces me tenéis que salvar, esta vez he podido ser yo quien os protegiera-dijo sonriendo.

-Pues, muchas gracias por habernos protegido-dijo sonriendo.

Recibieron el postre con estrellas en los ojos. Eso estaba buenísimo.

-Escucha Luce, tengo algo para ti.

-Mmp, ¿Qué es?

-Ten- le dijo.

El resultado de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora