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Esa tarde, como de costumbre, volví a explotar nada más verla salir por la puerta. Después de estar toda la noche pensando y reflexionando sobre lo sucedido, me di cuenta de que aunque hubiera hecho en ese momento el completo capullo, llegué a la conclusión de que tarde o temprano, tenía que decírselo, de una manera u otra. Y aunque esa no hubiese sido la mejor forma de hacerlo, al menos algo tenía ya claro. Ya lo sabía. Dicho por mi claro, porque me podría jugar lo que sea, que ella ya se lo imaginaba. Y no lo perdería.

Me ordené a mi mismo olvidarme ya de esa chica, de la forma que fuera, pero que me olvidase. Necesitaba olvidarlo, o a mi me llevaban preso al manicomio.
Pero, como olvidar a una persona, que por el motivo que sea, no sale de tu cabeza ni pidiendo a gritos que salga. Literalmente.
Bueno, como soy tan cabezón, y por desgracia no me podía olvidar de ella, aun seguí intentado abrir las puertas a mi felicidad de una vez por todas.

Los días sin ella eran lentos, muy lentos, interminables. Y para que seguir hablando de cuando no estaba ella, si no vale la pena, los días eran demasiado aburridos sin ella.

Volvió otra vez.
Cuando la volví a ver, la verdad es que no sabía muy bien lo que pensaba hacia mí, porque después de lo que ocurrió la última noche, no sé si le hacia mucha gracia verme, la verdad. Y yo me sentía fatal. Ganas de morir, no me faltaban, solo de recordar lo ocurrido. Pero intentamos hacer como si nada hubiera pasado. Aunque yo seguía en mis trece.

Seguían habiendo bromas, miradas muy comprometedoras, y mi felicidad en aumento. Pasó el fin de semana, y se fue. Odio decir esas palabras, y mucho mas, que se vaya.
Voy a volver a ir al grano.
Pasó un año desde que la conocí. Sí, un año muy largo y pesado para mi. Y después de todo ese tiempo, uno se para a pensar seriamente... Tío, si después de un año, no has conseguido nada, ¿Que coño haces? ¿No ves que es imposible? Pues eso es lo que pensaba a veces y lo que me decía mucha gente pero no, para mi no había nada imposible. Absolutamente nada. Y no pensaba dejarla escapar tan fácilmente.

Siguieron pasando las semanas, que a mi se me hacían años, y sí, la volví a ver aparecer por la puerta.
Y una noche... Ay, esa noche...
Estábamos los dos tumbados en la cama, serían sobre la 1-2 de la noche, y todo el mundo estaba durmiendo. Menos nosotros.
Estábamos escuchando música, cuando de repente, hablando y bromeando, nuestras caras se empezaron a juntar más y más.
Y dios, por fin, y repito, por fin!... Nuestros labios se juntaron. Se tenían ganas, nos besamos.
No podía creerlo, pensaba que me tenía que haber quedado dormido o algo, porque eso era similar a un sueño. Por fin llegó ese momento que estaba esperando todo ese año.
Y hoy en día, me siento orgulloso de no haberme rendido.

A partir de esa noche, todo fue de color arco iris con ella.
Fíjate si lo fue, que al día siguiente dejamos una cama en medio de la carretera. Sí, tal cual, una cama. Eh, y aun así el coche que venía en ese momento, pudo pasar sin bajar del coche y quitarla. Y para no quedarnos cortos, también nos pusimos a vender perchas a la gente que pasaba por la calle. Y bueno, todo eso tenía una explicación bastante clara, estábamos de mudanza, que nuestros padres se cambiaban de piso, si no, para que íbamos a ir con una cama por la calle...
Todo era increíble, para mi ya no existían los límites. Todo y absolutamente todo, era perfecto a su lado.

Mi madre, estaba embarazada de su padre y por lo tanto, íbamos a tener un hermano en común. Cada vez que lo pensaba, me sonaba mas raro. Pero bueno, que se le va a hacer...

Dos meses después de lo sucedido aquella noche, mi madre dio a luz. Mi hermano acababa de nacer. Nuestro hermano. Y he de recalcar, que justo ese día, escribí y grabé mi primera canción de Rap. La canción se llamaba "Una historia sin final". Vaya, que raro. Y como seguí escribiendo cada vez más, a los meses saqué otra canción para mi querido hermano.
Esa es una de las locuras que he hecho por ella, una de tantas. Era mi musa.

Fue pasando el tiempo, semanas, meses, yo cada vez mas feliz, nos cambiamos de piso, pasaron muchas cosas, muchas, y nuestros padres, llegó un punto en el que no estaban nada bien, y se separaron.
Mi felicidad empezó a caer poco a poco. Empezaron las discusiones con ella, breves y sin importancia. Yo ya pensaba que no la iba a volver a ver, y toda mi persona se vino a bajo.

El tiempo siguió su curso, y con él, mi desesperación. Solo me quedaba esperar. No podía hacer nada más.

Una Historia Sin FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora