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Esta noche, me he parado a pensar en cuando la ví por primera vez:

¿Nunca os habéis preguntado el por qué? El porqué te has enamorado de una persona, que la primera vez que la viste, ni por un momento, se te hubiera pasado por la cabeza el imaginarte un futuro con la misma. Yo, personalmente, nunca antes me había enamorado, que va, me ponía malo solo de pensarlo. Todo lo que tuviera que ver con la palabra "Amor", era tóxico para mi. ¿Enamorarme?, ¿Casarme?, ¿Tener hijos?... ¿Yo? ¿Y poder ser feliz con eso? No, eso solo pasa en las películas . O eso creía, hasta ese día.

Allí estaba ella, allí estaba yo. Bajé del autobús, ella me esperaba en una esquina de esa misma calle. Debo de reconocer, que tampoco fue amor a primera vista, y tampoco es que crea mucho en esas cosas tan perfectas. Por aquel entonces, yo era un chico un poco descuidado con las mujeres, y no es por fardar, pero tampoco es que me faltaran como para ir preocupándome por ello. Yo tenía 14 años, tampoco creo que esa sea una edad precisa como para enamorarse de el amor de tu vida para el resto de tus días. Eso creía también. Y me equivocaba, dios mío, que equivocado estaba.

Me acerqué a ella, nos saludamos con dos besos como la mayoría de gente hace cuando se acaba de conocer y, a partir de ese momento, toda mi vida había cambiado, pero yo aún no lo sabía.

Su nombre era Rachel y tenía 12 años. Vivía en un pueblo de Alicante... y yo en Valencia, un gran problema, aunque por el momento no importaba mucho. Era una cabeza mas bajita que yo, y eso ya es decir, ya que eso es lo que me suelen sacar a mi la mayoría de mis amigos. Era morena, sus ojos eran azules, verdes y amarillos, sí, muy raro y poco visto, pero eran sus ojazos. Y hasta el momento, poco más puedo decir sobre ella. Porque no la conocía, aún.

Al principio, éramos muy distintos los dos, muy opuestos, ella tenía 12 años, yo tenía 14, ella era, o al menos me lo pareció a mi, una niña de papá, yo de calle. Y cuando digo calle, me refiero a que, mientras ella estaba en su casa estudiando como una niña buena, yo estaba en las calles pintando, fumando, y buscando líos, como un niño malo. La verdad, nunca me he considerado malo, en ese aspecto, no he robado a nadie ni tampoco he matado. Solo hacía, lo que un niño de 14 años hace hoy en día, gamberradas, según mi punto de vista. Tampoco me gustaba estudiar, algo muy común en mi.

Ahora, retomo el tema otra vez, pero antes, una última pregunta: Siendo como yo era, y siendo como ella era, ¿Cómo me pudo cambiar la vida de esa manera tan radical aquella chica?

Vuelvo a la historia, y tengo que recalcar también un detalle muy importante en esto. Nuestros padres estaban juntos. Guau, sí. Su padre y mi madre. Increíble, pero cierto. Éramos "hermanastros", técnicamente hablando. Aunque no estuviesen casados, a mi al menos, me parecía eso. Muy raro todo.

Ella venía a pasar unos días con su padre a casa, y de paso, la conoceríamos mi madre y yo. Los primeros días eran un poco extraños, y era normal, puestos a que no nos conocíamos de nada, y nuestros padres juntos... en fin. Pasaron los días rápido y se fue.

Retomé mi vida normal con mi padre como si nada de esto hubiera pasado. Pasaron los días, y volvió. Y esta vez ya había algo menos de vergüenza y me demostró como era. Y madre mía, que chica mas loca, me encantaba.

Empezamos a hablar, bromas, mas bromas, guerras de ketchup, mayonesa y nata, peleas de pinzas, tintarme el pelo de color rosa, y en fin, putadas sin importancia que me hacía para picarme, y lo conseguía, vaya si lo hacía. Y una noche, jugando, las manos se cruzaron, nuestras miradas se encontraron, ahí pasaba algo, y eso era evidente. Y digo que era evidente, pero por mi parte. Mi cabeza, mis ojos, mis labios, mis manos... Mi corazón. Se paralizó todo mi cuerpo. No podía entender a que se debía esa sensación tan rara. No podía, o no quería entenderlo. Una de dos. Se fue, otra vez.

En esta última ocasión, cuando intenté retomar mi vida normal de nuevo, ya no podía hacer como si nada de eso hubiera pasado, imposible. ¿Que me pasaba? No podía creerlo, me estaba enamorando de ella. Pero, ¿Por qué? Aunque en ese preciso momento, aún no podía responderme a mi mismo a esa pregunta, ella poco a poco ha ido respondiendo a esa pregunta, hasta el día de hoy. Me hacía feliz.

En esos tiempos, yo seguía yendo al instituto, o al menos intentaba ir. Recuerdo que tenía un compañero en clase y que lo acababa de conocer ese año, y no sé muy bien porqué, le comenté lo que me había pasado. Supongo que porque necesitaba desahogarme y poder hablarlo con alguien. Con el chico este me llevaba muy bien y ya habíamos pasado casi todo el curso juntos y algo de confianza había, aunque no la suficiente para este tema, pero bueno, supongo que a veces cuando no conoces a una persona, te abres mas, solo con el simple hecho de que te da un poco igual lo que piense. Estuvimos hablando, y él no se había enamorado todavía, pero si que es cierto que me apoyó hasta el final, aunque no logrará entenderme del todo. Y la verdad, creo que al final tuvo que acabar hasta los huevos de la palabra "Rachel". Porque no me la podía quitar de la boca ni queriendo. Y mucho menos de la cabeza. Pasaron unos meses y volvió de nuevo. Por fin. Me moría por verla.

Nuestras miradas se volvieron a cruzar, algo había pasado los meses anteriores, pero no queríamos verlo. Ni siquiera pensarlo. Como ya bien dije, ella me veía a mi como el típico chulo que se lía con todas las que pilla y, desgraciada o, afortunadamente, eso no era lo que ella buscaba. Bien, desde ese momento decidí cambiar mi forma de ser radicalmente. ¿Por qué lo hice? No me preguntéis a mí. Porque yo era el que siempre decía: Ninguna tía me va a cambiar. ¡Já¡! Incrédulo de mi.

Una Historia Sin FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora