-YA ESTOY EN CASAAAAA- Grité a pleno pulmón, aunque era consciente de que sólo mi gorda y peluda amiga de la infancia podía oírme. Se llamaba Lira, y era una preciosa gata de ojos verdes. Mi padre me la regaló cuando nos mudamos a España hace casi nueve años, ella fue mi primera amiga del país.
Pufff qué penoso
"¿Alguien te ha preguntado?"
Hablar con Alle me sacó completamente del tren de los recuerdos, así que me dirigí a mi habitación decidida a estudiar todo lo que habíamos visto en clase ése mismo día. Cuando mi hermano llegó a casa, me olvidé por completo de mi objetivo. Fui corriendo a la puerta y le arrastré a mi habitación para que cumpliera con lo prometido. Y así, nos pasamos toda la tarde pintando las paredes de mi habitación y hablando en nuestro idioma, el italiano.
Mi hermano me despertó de la forma más brusca posible, ya sabía que no había otra forma de despegarme de las sábanas. Cómo siempre, empecé el día de muy mal humor, así que grité a mi hermano y a mi gata. Por suerte, ambos me conocían y no me lo tenían en cuenta.
En el instituto, me perdí por los pasillos y llegué con diez minutos de retraso a biología. Después, me obligaron a salir a la pizarra en mates (y yo doy asco con los números). Cuando llegó la hora de la comida, estaba completamente harta de la vida. Bueno, tal vez exagero un poco. Pero sí que empecé a plantearme por qué había vuelto a mudarme, lo que me hizo pensar otra vez en él...
De repente, me choqué con un chico al que solo llegaba por los hombros, me hizo sentirme como una niña pequeña. Como iba distraída, todos mis libros cayeron al suelo, y con ellos varias hojas en las que había escrito un par de cuentos cortos sólo para pasar el rato. Me enfureció mucho que estos acabaran expuestos a los ojos de los estudiantes cuando estos se desparramaron por todo el pasillo. Y toda la culpa la tenía él...
Me agaché rápidamente para recoger las hojas sueltas, ignorando los libros, que éran lo que menos me importaba en ése momento. Maldita sea...
Estaba furiosa, muy furiosa. He de decir que yo normalmente no era así, seguramente si esto hubiera pasado cualquier otro día, habría reconocido que la culpa era mía y, tras disculparme, me habría convertido en una mancha de café de nuevo. Pero éste no era ése día, y no me sentía nada cómoda con la situación.
Le dirigí una mirada fulminante que podría haber convertido sus huesos en polvo, pero mi actitud cambió rápidamente cuando me fijé en él con más detenimiento: era guapísimo. Su pelo era de un tono indefinido entre el rubio y el castaño y parecía muy suave. Tuve que contenerme para no tocárselo. Y sus ojos... sus ojos eran azules, de un tono tan oscuro que se podría llegar a confundir con el negro. Parecían tan profundos como el mismo océano. A su lado se había parado otro chico, pero no era ni una sombra comparado con el primero. Sus ojos grises me contemplaban llenos de diversión, ¿por qué?
Fue en ése momento cuando me di cuenta de que me había quedado plantada ahí, en medio del pasillo con la boca abierta y, seguramente, con cara de idiota.
Bajé la cabeza avergonzada mientras se me teñían de rojo las mejillas. Continué con mi camino, y mientras tanto escuché a Alle decir:
Ten cuidado, no te resbales con el charco de babas que has creado en medio del pasillo.
"Gracias, Alle" Contesté sin mala intención, porque noté que hasta ella estaba preocupada por mí. Había metido la pata hasta el fondo... Seguramente, con las dos "hazañas" que había protagonizado en estos dos días, la chica nueva se convertiría en alguien bastante conocido en ése lugar de torturas llamado instituto.
Y ése fue, una vez más, el momento en el que me di cuenta de que, otra vez, mi existencia se iba a convertir en un infierno.
¡Holaaaa!¿Qué tal estáis? El caso es que os agradecería mucho que votarais y todas esas cositas y... ¿Alguna vez se os han caído toooodas vuestras cosas al chocaros con alguien? A mí, desgraciadamente, sí que me ha ocurrido, pero no había ningún chico guapo de por medio...
Nos vemos en el próximo capítulo, RF.
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El oscuro secreto de Ella
General FictionTodo comenzó con ése misterioso regalo que me llevó de cabeza a la enfermería. Después... después los sueños, convertidos con el tiempo en oscuras y horripilantes pesadillas y la pérdida de memoria. Pero lo peor fue cuando todo éso que creí ver en m...