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Babilonia, 1000 d.c

Las tierras de Babilonia eran zonas poco tranquilas, por tal razón tenían un rey sumamente descarado y sin corazón quien mandaba delante de todos y no perdonaba un error.

El rey Shalem junto a su mujer Zaraah tenían en común sus dos hijos, Liam y Harry, ambos herederos al trono por haber sido mellizos, la competencia nunca había sido fácil para Liam ya que Harry era el favorito de Shalem por haber obtenido los ojos de su mismo color. Verde. Liam los tenía café como su madre.

Sin embargo, cada vez que hablaban sobre quién llevaría el reinado luego de que Shalem no pudiese continuar, el corazón de Liam oscurece de la envidia hacia su hermano. En cambio, Harry no insistía en quedarse con ella, él sabe lo que implica ser rey de babilonia, cultos satánicos, muertes, sacrificios y dolor, mucho dolor. Y él no disfrutaba de ese tipo de actos así como su padre y Liam.

El príncipe tenía un alma buena y sensible, incapaz de herir a algún ser humano, algo poco común en Babilonia, tierra de pecadores.

Su padre siempre hacia notar el favoritismo hacia Harry, él le regalaba mejores cosas, tenía la mejor habitación con los mejores lujos y hasta le hacían celebraciones desde el día en que nació.

Liam se encontraba harto, no odiaba a su hermano, sólo le tenía envidia. ¿Como podía ser Harry el favorito de su padre? ¡No tenía ninguna habilidad! Ni siquiera decía malas palabras. Liam ya había cortado cabezas y follado con variedades de "damas" en aquellas tierras, teniendo incluso la misma edad que Harry, XVIII.

Liam era un macho y su padre no notaba aquello, así que se contacto con altas flamas del inframundo para que renovasen el pacto de sangre de cada milenio y los soldados oscuros negociasen con el rey Shalem.

Lo había planeado todo, él sería el siguiente rey y no Harry.

El cielo de aquella mañana se había oscurecido como el mismo carbón mientras que desde la tierra salían los soldados del inframundo. Armaduras de hierro macizo, alas negras al igual que sus caballos de dos cabezas con montaduras hechas de pieles humanas. Lo más temido en toda Babilonia, también era lo más temido para el rey Shalem quien guardó silencio mientras los soldados se acercaban al castillo.

"Que se les ofrece esta tarde caballeros, me impresiona su visita." habló el rey manteniendo su postura ruda.

Un soldado de toga color vino le entregó una hoja de cebolla con algún escrito en lo babilónico.

"De que trata esto, no acepto."

"Siz imzo bo'lmasa nima bilamiz." [Sabes lo que pasará si no lo firmas] Arremetió un soldado.

Shalem asintió con temor y con el plumón firmó aquella hoja para entregársela a un soldado que sacó una navaja pequeña de su armadura para pasarla rápidamente por el dedo del rey, cortándolo, luego repitió el proceso con cada uno de los soldados y juntaron sus sangres para quedar por concluido el trato.

Antes de que las criaturas se fueran Shalem puso el rostro en expresión de compasión.

" U rozi emas edi." [Él no por favor]

El líder de los soldados Sonrió diabólicamente.

"Bu qilayapti."[Ya está hecho] afirmó antes de desaparecer dejando niebla por doquier.

El ambiente se normalizó, el sol volvió a radiar y el viento siguió soplando.

Zaraah observó todo con tremendo dolor, sabía que era lo que pedían en ese trato, un alma pura.

Y en Babilonia no habían muchas almas puras, de hecho, sólo había una.

Liam se rebosaba de felicidad, ya podía sentir la corona sobre su cabeza y aquellas tierras siendo mandadas por él.

Harry sólo leía un libro que le había obsequiado su madre. Hablaban sobre sentimientos, también sobre amor. Los libros no eran permitidos en Babilonia, era mejor mantener un pueblo bruto e ignorante. Sin embargo, a Harry le fascinaban, los leía a diario, en secreto obviamente. Quería sentir ese golpe al corazón llamado amor.

Lo más hermoso, puro y llamativo. No hay gritos de dolor, sólo gemidos y jadeos provocados por la misma persona que roba tus suspiros e indaga en tu mente por horas.

Harry no entendía lo que era amar, y quería experimentarlo, pero no sentía amor por nadie además de su familia.

Harry quería amar.

Harry quería besar a su gran amor.

Harry no quería follar, Harry quería hacer el amor.

Pero en Babilonia el amor no existe, nadie sería el amor de su vida en tal lugar y lo frustraba. Lo peor de todo era que no podía marcharse.

O eso creía él.

Babilonia||Larry||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora