Prólogo

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Troy la esperaba en la escalera, como todos los días, no le importaba que hiciera lo mismo desde hace once años, el siempre la esperaba. No le importaba que ya hubiera tocado el timbre y que ya todos estuvieran camino a clases. El la esperaría hasta que llegara (o hasta el almuerzo, donde no cabía la posibilidad de que llegara).

Angelina siempre había sido su mejor amiga.

Habían sido amigos desde los seis años, totalmente inseparables, de alguna manera u otra, encontraban la manera de saber algo del otro todos los días. Pero este verano no. Troy había ido a un campamento de verano fuera de Grellsville, así que les había sido muy difícil comunicarse entre ellos. Pero Troy había vuelto y no podía esperar para verla.

La extrañaba.

Por fin la vió, sonrió al verla, pero al ver que ella no le devolvía la sonrisa, la suya se esfumó.

-Hola, Angie.-le dijo cuando la tuvo cerca.

Ella siguió de largo sin ni siquiera mirarlo.

-Angelina.

Ella se largó al correr.

-¡Angelina!-gritó y fue tras ella.

Ella apretó el paso por los pasillos y Troy la perdió de vista. Decidió dejarla en paz, si ella hacía eso, tenía sus razones. Caminó a su aula totalmente confundido. Se disculpó por la tardanza al llegar e intentó prestar atención a clase, pero no se podía sacar a Angelina de la cabeza.

A la hora del almuerzo, la buscaba con la mirada, la encontró sentada sola. Se acercó a ella, pero ella tomó su bandeja y se fue de la cafetería.

Intentó llamarla después de clases, pero Angelina no contestaba. Le envió varios mensajes, y ella lo dejaba en visto.

¿Qué pasa? No me hablaste en todo el día.

No me dejes en visto.

No me ignores, Angie.

Angie.

Angelina.

Angie...

Te extraño.

Pero él no tenía idea de lo mucho que le afectó a ella ese último mensaje.

"Luz en la oscuridad"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora