La lluvia caía limpiamente en una noche de invierno. Hacia mucho frío, el viento soplaba y su pelo, mojado hacia ondas en el viento. Estaba cansada. Cansada de ser quien es. Cansada de que la criticaran. De que la hicieran sentir menos de lo que era. Estaba cansada de todos. ¿Por qué las personas no podían comprenderla?
¿Tan difícil era? Solo quería tener amigas con las que compartir sus sentimientos. Pero nadie la entendía. Solo la cuchilla. Nadie se fijaba en sus cortes en las muñecas. En la tristeza de sus ojos. En el peso que llevaba. Cada vez que le decían rara. Su alma de destruía un poco más. Porque a ella si le importa lo que los demás digan. No es lo que parece. Por eso ella esta llorando. Ahora bajo la lluvia, siente que no puede mas. Esta harta de todo. Así que con lágrimas en los ojos, coge la cuchilla y rasga lo que nunca antes ha rasgado. Su muñeca entera. Y mientras ve la sangre caer, va cantando su canción favorita. Su amor era la música. Sus ojos van perdiendo el brillo de siempre. Ya no ve nada. Solo oscuridad. Y se deja llevar por la suave melodía de la muerte. Ya no puede más. Ya no quiere más. Solo quería sentirse comprendida y lo único que ha conseguido ha sido la soledad. Ella era diferente. Y no la han sabido aceptar. Por eso se ha querido ir. Porque la incomprensión la estaba matando.