Amor en las calles de París

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La noche estaba cayendo en París, sus calles se iluminaban, la luna brillaba y la luz de la torre eifel destacaba por encima de todas las casas. Era viernes por la noche y se podían ver familias cenando en los restaurantes, parejas paseando de la mano en la orilla del Sena, jóvenes divirtiéndose...
Y entre tanta gente estaba María, una niña de 15 años que discutía con su madre por teléfono.
-Mama, no puedo salir con vosotros ahora, tengo una cena en la casa de Anne.
-Pero cheri, sabes que casi nunca salimos los viernes a cenar, y hoy vienen tus primos. Tienes que venir.
-Pero mama...
-No hay peros que valgan. Te vienes con nosotros y punto. Así que te quiero preparada para cuando vayamos a recogerte a casa.
-Argg, está bien pero que sepas que me estas arruinando mi vida social.
-Podré vivir con eso. Au revoir mon amour.
-Au revouir ma.
María estaba enfadada, no quería salir con sus padres un viernes por la noche y tener que aguantar a sus primos pequeños. Le iban a arruinar el viernes.

En la otra punta de la ciudad un pobre cocinero se preparaba para su aniversario con su novia. Era un día muy especial, pues le iba a pedir matrimonio. Tenía que salir todo perfecto. Lo tenía todo planeado. Primero irían a un restaurante muy caro, en el cual había invertido sus ahorros de 5 meses, y después la llevaría a dar un paseo romántico en barca por el Sena. Y por último se declararía en lo alto de la Torre Eifel con un ramo de rosas y un violinista de fondo. Era su noche. Lo sabía. Todo tenía que salir bien.

María estaba en su cuarto retocandose cuando recibió un mensaje de su madre diciendole que bajara al coche. Con mal humor, terminó de arreglarse. Se puso su gabardina y su boina y bajo abajo.
Sus padres y su hermana de 12 años la estaban esperando.
Subió al coche con mala cara.
- Estas muy guapa cheri.
- Gracias - respondió secamente-
Su madre cerro los ojos e inspiró profundamente para volver a hablar. Parecía cansada.
- No quiero que te enfades, disfruta de esta noche familiar y el finde semana que viene podrás tirartelo con tus amigos todos los días.
Eso alegro un poco a María, pero por su orgullo no lo mostro.
- Esta bien, lo intentaré.
Su madre sonrió de medio lado y emprendió la marcha hacía el restaurante donde los estaban esperando.

Soplaba una leve brisa pero helada. Fernando tenia que apretarse contra su abrigo para no quedarse helado. Cuando ya se estaba acercando a el lugar donde había quedado con su novia. La vio de lejos. Ya la había visto muchísimas veces con ese vestido pero la impresión fue la misma que la primera vez. Se quedó sin palabras. Le encantaba como peinaba su delicado pelo rubio en una trenza. Sus ojos verdes lo enamoraban cada vez que la miraba. Y sus labios rojos incitaban a la tentación. Después de quedarse 5 minutos embobado se decidió a seguir su camino y a saludar a la que sería su prometida. Alice al verlo venir sonrió.
- Has tardado un poco, pero veo que la espera ha merecido la pena. Estas muy guapo -le dijo rodeándole el cuello con sus brazos-
- Justo cuando creía que no podías ser mas perfecta, vas y te superas. Te quiero.
Se fundieron en un largo y tierno beso. Cuando se quedaron sin aire y se separaron. Juntos y de la mano se fueron caminando hacia el restaurante.

Ya en el restaurante, María estaba sentada entre su hermana Amèlie y su primo de 7 años, André. Su madre se había colocado entre su padre y su tía. Por último en los brazos de su tío de encontraba la pequeña Alexis con tan solo 5 años. Todos juntos por fin. Se dispusieron a pedir. Después de que un guapo camarero los atendiese, charlaron.
- Y dime Ameli, ¿Cómo vas con tus clases de ballet? - preguntó la madre de María-
- Muy bien, ahora para este invierno vamos a interpretar el Lago de los cisnes, tenéis que venir a verme - dijo con mucho entusiasmo-
- Claro que si cielo - le correspondió con una sonrisa-
- Yo voy a hacer un obra de teatro el 19 de Noviembre, quizás podríais venir a verme a mi también - informó María-
- Yo tambien quiero participar en la obra - dijo su primo Andre-
- Y yo - añadio su hermana-
Todos sonrieron.
- Quizá un día podamos hacer una obra familiar - dijo María sonriendo-
¿Alexis te quieres venir un rato conmigo y así dejas a tu padre comer?
- Sii - gritó entusiasmada-
Corriendo se bajo del regazo de su padre y fue a los brazos de María.
Su tío solo pudo decir una palabra con una sonrisa, Gracias.
Maria sonrió. No iba a ser una mala noche al fin y al cabo.

Fragmentos de un alma rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora