Capítulo 1: Hablas mucho

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¡Oye! Qué te parece si...

No. 

Pero no me dej-...

No.

Sehun ni se molestó en mirar a su compañero de banco. Tenía que terminar los cálculos antes de que la profesora volviera a acercarse. La quería impresionar como al resto de los docentes que dictaban las clases en el instituto. No importaba que fuera en artes, inglés o física, siempre buscaba destacar en sus notas.

¿Hunnie?

JongIn ahora no. ¿Es que no ves que intento terminar ésto? ―Resopló y volvió a ignorarlo, esta vez ocupado en borrar lo que acababa de escribir con lápiz. Siendo sincero, el parloteo en horarios de clases no le apetecía nunca, pero JongIn jamás ―jamás de los jamases― podía mantener la boca cerrada.

Semanas antes incluso les habían llamado la atención a ambos por culpa suya y fue una situación considerablemente incómoda al estar en plena clase de química con el profesor Kim alias «les patearé el culo en los exámenes finales sino prestan atención a lo que estoy diciendo». Situación que obligó a Sehun a reconsiderar la compra de la mordaza que vio en una de las tiendas de internet.

(...) entonces dará una fiesta éste fin de semana ―concluyó el moreno pese a la falta absoluta de interés que mostraba el castaño inmerso en sus números; multiplicaciones, raíces cuadradas, potencias, «formulas-quema-neuronas»; gran cantidad de dolores de cabeza para cualquier estudiante promedio de la escuela secundaria.

Sehun-sshi. ¿Has podido resolverlo? ―preguntó una voz femenina que lo sacó de su estado de concentración. El rostro del joven destelló con una sonrisa al alzar la cabeza.

Por supuesto, sonsengnim*. No era tan difícil después de todo. Solo estaba sacando mal un par de ecuaciones, pero el resultado me dio bien ―respondió gentil al afinar los ojos en dos simpáticas medialunas.

La presencia de la profesora había sembrado el silencio y, a un lado de él, JongIn lo miró con actuada impresión debido a que eso fue lo más expresivo y amable que le escuchó decir desde que iniciaron las clases de ese día. Luego, media hora más tarde, la clase de matemáticas concluyó y todos recogieron sus pertenencias para partir rumbo al comedor.

Dentro del amplio recinto, las conversaciones se oían por doquier y el aroma del menú del día llenaba todo el salón. Aún no había decidido qué comer, pero ya se encontraba haciendo la fila correspondiente. Tenía unas veinte personas por delante y su estómago dolía. De no ser por el murmullo que le rodeaba, todos escucharían el gruñido fatal que emitía. 

La noche anterior no había cenado y mucho menos había querido desayunar esa mañana. El ambiente en su casa iba de mal en peor. Era en demasía inestable y no toleraba cruzar palabra con sus padres luego de oírles discutir a lo largo de la jornada. Le quitaba el apetito, los ánimos de todo y prefería echar cerrojo en su dormitorio y esperar hasta el día siguiente para huir al instituto.

¡Hey! Ahí estás. Te perdí de vista al salir del aula. ―JongIn nuevamente.

Me adelanté ―contestó Sehun con un encogimiento de hombros.

¿Qué almorzarás? A mi se me antoja comer jajangmyeon* ―dijo el muchacho y él pensó «A mi se me antoja una vaca entera, pero dudo mucho que esté incluida en el menú.»

Hm... no lo sé todavía ―respondió con la vista pérdida en las bandejas que retiraban los estudiantes.

Ambos se conocían desde hace nueve meses, cuando el ciclo electivo inició, tras haber sido transferidos al mismo tiempo. Y como era de esperar, los dos chicos nuevos se convirtieron en compañeros de banco. Sehun no solía ser la clase de chico comunicativo, de hecho se caracterizaba por su silencio o respuestas cortas. En cambio, JongIn si era bueno en eso de la comunicación y tenia la manía de hablar hasta cuando sus mejillas estaban repletas de comida. A veces ese hábito le fastidiaba a Sehun, y mucho. Otras veces no, y en ciertas ocasiones ya le daba igual. Todo dependía de su disposición para oír la millonada de anécdotas, ideas o elocuencias que nacían con mágica rapidez de los labios de JongIn.

A diario debía tolerar que su casa sea una explosión constante de gritos y ridículas disputas, por lo que su anhelo por estar en silencio era cada vez mayor. Pero con el moreno, el silencio propiamente, escaseaba muchísimo y no había otra alternativa que ser paciente, respirar profundo y evitar caer en la tentación de cubrirle la boca con la cartuchera.

Cuarenta minutos más tarde, el gruñón de Sehun y el parlanchín de JongIn, comieron lo que sus apetitos dictaron y pese al aura particularmente oscura que envolvía a Sehun, tal como si una nube gris levitara sobre su cabeza, el moreno se quedó a hacerle compañía y realizó un gran discurso persuasivo de lo que sería la «ultra-mega-super»fiesta del año que Baekhyun realizaría el próximo sábado. Toda la escuela iría y según JongIn, daría que hablar hasta que sean un par de ancianos decrépitos.

«Qué exageración.»

Está bien. Me lo pensaré ―contestó al contemplar sus ojos de cachorro categoría: "Ven por favor, por favor, por favor".

Sinceramente, no tenía planes y estudiar para los exámenes finales no resultaba demasiado alentador para un sábado por la noche, como tampoco el hecho de permanecer demasiado tiempo en casa. Sin embargo, disfrutaba sostener un poco de misterio y no acceder de inmediato a lo que sea que JongIn propusiera.

¡Oh! Mira la hora. Hay que entrar a la siguiente clase. ¡Vamos! ―Con torpeza Sehun logró coger a tiempo su mochila y echársela al hombro. Luego, se dejó guiar por el opuesto sintiéndose un tanto desconcertado. No por la clase o la inminente llegada tarde que tendrían, sino por lo perseverante que era JongIn. Su ánimo y energía lo descolocaban bastante. Cuanto más reacio se mostrara Sehun con el mundo, más se empeñaba en quedarse con él. Mientras más desdén cargara su mirada, JongIn más se pegaba a su lado.

«¡Qué demonios! ¿Es que acaso no se daba cuenta que perdía su tiempo con un cascarrabias de primera? ¿Por qué eso parecía no importarle?»

Siempre se lo cuestionaba y reflexionaba al respecto, pero jamás mencionaba el tema en voz alta. Sehun sabía que muchas veces se comportaba como un imbécil o un desconsiderado, pero era propio de él, no lo podía revertir, ni admitir abiertamente. Él era como era y ya.

JongIn, por cierto... ¿te han dicho antes que hablas mucho? ―preguntó con el único fin de molestarlo, justo después entrar al salón y ubicarse en el taburete. Sin embargo, el aludido lo miró con una ancha sonrisa en sus gruesos labios.

Sólo a ti parece molestarte. A ti y al profesor de ciencias ―contestó riendo entre dientes poco antes de abrir el libro de la materia; página 210 "Hablemos de sexualidad: Características del aparato reproductor femenino".

«¡Qué gran clase iban a tener!»

Desde ya Sehun podía imaginar los comentarios que JongIn haría al respecto y secretamente se encontró con una pequeña sonrisa entre los labios.


Continuará...


Glosario: 

Sonsengnim: Profesora en coreano. 

Jajangmyeon: Es un plato de la gastronomía de Corea que consiste en fideos gruesos de trigo cubiertos con una salsa espesa hecha de una pasta de soja salada negra, carne y verdura en dados y a veces también marisco. 

Hablas mucho 🤐 ::  KaiHunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora