Hola, Biebs. ✨ j.b

veinticinco

El pelicastaño no podía creer que aquella linda chica fuera su pequeña incógnita.

Paige Reynolds. La tímida y dulce chica con la que jamás se atrevió a hablar, pero que siempre llamó su atención.

Secretamente siempre la observaba, y le encantaba la forma peculiar con la que ella jugaba con su cabello.

No podía creer lo idiota que fue con ella y la fea forma que tuvo para decir lo que pensaba en aquel momento.

Paige tenía razón con lo que dijo en su última nota, él estaba actuando de una manera totalmente diferente a como era él en realidad.

Justin sentía que lo estaba perdiendo todo. Sus amigos estaban molestos con él, ya ni siquiera le hablaban. Su equipo de hockey prácticamente lo odiaba y lo peor de todo, es que ya no estaba recibiendo notas de la chica que le alegraba sus días.

El castaño sentía que ya era hora de empezar a hacer bien las cosas. Arreglaría sus errores con todas aquellas personas que le importaban.

Hablaría con sus amigos, y les iba a suplicar que lo perdonaran. Que fue un completo idiota, que se dejó guiar por sus instintos más básicos. Justin sabía que obtener la disculpa de Ryan sería más complejo, ya que él había roto una de las principales reglas de la amistad.

Con su equipo de hockey se disculparía en la práctica de mañana. Realmente odiaba que hablaran mal de él a sus espaldas.

Y con respecto a Paige... Claramente aún no sabía qué hacer.

Quería disculparse, pero no se atrevía. No sabía cómo hacerlo. Desde que supo quién era intentó evitarla en todo momento, no porque le haya decepcionado saber quién era sino porque sentía una vergüenza horrible de haberle dicho todo lo que escribió en la última nota.

Ella siempre fue tan dulce con él. Y él a la primera, se salió de sus casillas y escribió la primera estupidez que se le vino a la mente. Se sentía patético por haber actuado de esa forma desde el despecho, realmente él había idealizado a Amber y ella... Ella simplemente lo había decepcionado.

Y él temía estar haciéndole lo mismo a Paige. Ella no se lo merecía.

Así que definitivamente le haría caso, y dejaría de ser un idiota.