Dos

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Siento como la sangre escurre por mi mano en chorros calientes que se dirigen al piso. Contengo las ganas de cerrar mis puños porque sino los cristales del vaso se incrustarían en mi piel y se volvería una tarea bastante molesta el retirarlos. Olvido por un segundo mi mano y me concentro en las otras personas que se encuentran conmigo en la habitación.

Nikolay me ayuda a retirar todo rastro de cristales sin emitir sonido alguno, sé que está enojado porque su mano está temblando y su rostro está rojo por completo. Cuando termina aparta la vista de mí y sale de la habitación tan rápido como puede.

Cuatro pares de ojos me miraban atentamente, algunos con evidente preocupación en sus rostros mientras que otros parecían indiferentes de mi situación, probablemente preguntándose cuanto más tendrían que permanecer en esta pequeña habitación con una adolescente de dieciocho años que estaba a punto de tener una crisis nerviosa.

– ¿Estas escuchándome, Irina? – Pregunta mi padre en voz baja tomando lentamente mi bíceps derecho.

No, no realmente.

Llevaba un buen tiempo en shock, mi cuerpo sin siquiera mover un músculo.

Me disculpo y niego, mi garganta se sentía tan seca como el desierto y apenas podía soltar susurro debido al reciente grito de dolor que estaba conteniendo desde hace segundos. Un temblor comienza a arrastrarse desde la punta de mis pies hasta la nuca, muerdo fuertemente mi labio inferior para contener a mi cuerpo traidor.

Los labios de mi padre siguen soltando palabras que no puedo registrar, sus manos suben para tomar mis hombros y me sacude lentamente mientras explica. Su tono es suave pero al mismo tiempo está lleno de autoridad.

No me importa en lo absoluto sus excusas.

Mi mente solo puede reproducir las imágenes que habían sido proyectadas hace segundos desde el móvil de uno de los soldados que estuvo ahí antes de que la policía llegase.

El coche volcado en la autopista.

La puerta del copiloto agujereada por más de veinte balas.

Tanta sangre.

Miro a mi padre, sus ojos grises estaban más oscuros que nunca y su rostro era una máscara impasible. No había enojo ni sed de venganza en su expresión, pero sabía que estaba conteniendo su temperamento debido al público que por alguna maldita razón se habían quedado a disfrutar el espectáculo.

Necesitaba salir de aquí.

– Tenemos noticias. – Soltó Sergey apareciendo en mi línea de visión. – No son buenas, sin embargo.

Su camisa negra estaba rasgada en algunas zonas y tenía un profundo corte en la mejilla derecha. Creo haber escuchado que fue mientras trataban de despejar la escena para los policías.

Trago saliva suficiente como para poder hablar por unos segundos sin correr peligro de avergonzar a mi familia y a mi padre. – ¿Esta muerto, cierto?

Nadie respondió.

Y mi maldito corazón se detuvo.

Estaba muerto.

No es que tuviese esperanza alguna, había demasiada sangre como para tenerla. Supe en el momento que mi padre y Nikolay me dieron la noticia que no serviría de nada ser optimistas con la situación.

Creo que voy gritar.

Las lágrimas amenazaron con salir y de inmediato evite que alguna saliera. El nudo en mi garganta comenzó a crecer y tiraba de mis cuerdas vocales para salir en la peor forma de terror puro.

Beautiful Darkness [Baronov Bratva #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora