Inicio

17.9K 881 11
                                    

Años atrás.

Rusia 


Sus oscuros ojos me observaban con odio, mientras las gotas de sangre escurría desde su frente por su rostro demacrado. Su boca estaba fruncida en una linea plana, ningún sonido salió de sus labios mientras me miraba. 

No importaba, a este punto las palabras sobraban. 

Retiré la sangre acumulada en mi propio rostro, apenas consiente del  corte que habia recibido de su parte hace unos segundos. Sabiendo que estaba herida y que él lo había provocado solo me causaba más irritación, el psicópata dentro de mi se encontraba pidiendo ser liberado con cada segundo.

Miré al tipo que tenía al frente y cerré mis puños con fuerza, mis nudillos dolieron y mi hombro punzó recordándome el agujero de bala que recibí. Tensé mi mandíbula debido al dolor tratando de controlar toda emoción en mi rostro.

Él sonrió, como si supiera exactamente lo que estaba pensando, disfrutando del dolor que me había causado uno de sus hombres con sus armas americanas. Apostaría todo lo que llevaba encima que el maldito estaba orgulloso de que al menos uno de ellos logró herirme. Normalmente, eso sería digno de un ascenso dentro de nuestro mundo.

Lastima que el tipo estuviese a punto de ser devorado por los lobos salvajes de los bosques. 

Tomé la culata del rifle y golpe su asqueroso rostro sonriente, haciendo la sangre surgir de sus dientes perfectamente blanqueados. 

- Suka.. - Escupió el insulto de sus labios mientras me fulminaba con la mirada.

Su atrevimiento apenas me molestó, pero necesitaba aliviar un poco la frustración que corría por mi cuerpo. Imaginé colocar mis manos en su garganta para estrangularlo hasta que sus globos oculares sobresalieran de las cuencas de sus ojos, hasta que su aliento quedase atrapado en él y susurre aquellas dulces palabras de clemencia que tanto se negaba a soltar, sin embargo no sirvió para calmar el fuego que corría por mis venas. 

Cerrando los ojos, luché contra todos mis instintos y obligué a mi pulso a tranquilizarse con tranquilas respiraciones mientras esperaba nuevas ordenes. Odiaba no tener libertad en esta clase de cosas,  pero esto era lo que un soldado hacía después de todo.

Escuché brevemente la puerta abrirse, el eco de unos elegantes pasos se escucharon acercándose hacia nosotros. Sabía que no me encontraba en peligro, no había forma de que alguien pudiese colarse dentro de uno de los buncker más seguros de todo el país. 

Mi hermano apareció por mi visión periférica, llevaba puestos sus manoplas doradas y había remangado los puños de su camisa blanca hasta los codos. Su cabello estaba hecho un desastre ensangrentado al igual que todo el resto de su ropa. Aunque a diferencia de mi, la sangre no provenía de ninguna parte de su cuerpo. 

A regañadientes observé la paliza que mi hermano le provenía al tipo que yo había capturado. Era mio, mi presa. Y no podía ponerle una sola mano sin sufrir consecuencias. 

Mi cuerpo vibraba con entusiasmo cada vez que escuchaba los golpes conectar con la carne y mi pulso comenzó a acelerarse con la emoción de anticipación. Cerré los ojos entrando en un perfecto trance repleto de violencia.

Cuando el interrogatorio empezó, las maldiciones, insultos creativos y respuestas vagas salieron del cuerpo del tipo con facilidad. Durante media hora mi hermano se tomó el tiempo para obligarlo a soltar las respuestas que queríamos con cada jugoso detalle y en poco tiempo, las baldosas blancas del piso se tiñeron de rojo.

Esto...

Para esto era que vivía. 

Una vez que obtuvimos la información deseada, el olor a muerte se intensificó y la atmósfera se tornó espesa. El tipo sabía que su tiempo en este mundo había terminado. Habiendo cumplido su propósito inicial los rehenes no eran de utilidad, solo una carga a la que si le mostrabas un poco de misericordia no dudaría en plantarte una bala en el cráneo, eso era lo más común dentro de nuestro mundo.

Finalmente fui llamada al centro de la habitación, mi nombre sonó bajito de los labios de mi hermano, pero sin perder tiempo me aproximé hasta la pistola que sostenía para mi.  Las esquinas de mi boca se levantaron con satisfacción.

Esto no se quedará así – Advirtió el sujeto observando el intercambio.

Por supuesto que no.

Él me había quitado algo.

Había jodido con mi familia.

Y nadie se atrevía a joder con nosotros.

–  Apenas es el comienzo, idiota – Dije entre dientes. – Tú eres apenas el comienzo. Tu familia, tu esposa... ellos serán la maldita diversión que tanto anhelo. 

Sonrió de forma torcida enseñándome los dientes manchados de sangre – Sabes que no tienes las agallas para jalar el gatillo, pequeña.

No me conocía. 

Jamás dejé testigos de lo que en realidad podría hacer, así que nunca surgieron esas molestas historias que los hombres suelen contarse durante las reuniones de estrategia. Ese pequeño detalle siempre había resultado ser mi ventaja sobre los demás, nadie pensaría que una niña mimada de dieciocho años pudiese disparar a sangre fría sin siquiera sentir remordimiento después. 

¿Quieres apostar? – Susurré en voz baja apuntando en el medio de su frente.

Quiero verte intentarlo, linda...

Conocía ese tipo de provocación, aprendí como podía joderte si siquiera llegabas a descuidarte. Esperaría a que mi voluntad fallara y después aprovecharía a iría por mi garganta, pero mi mente no era débil. 

Unos minutos transcurrieron mientras nuestras miradas chocaron, mis ojos memorizaron cada detalle de su rostro. No podía permitirle irse tan fácil, una bala en el cráneo era tener misericordia y este tipo no lo merecía. Los traidores merecían una muerte peor que la de una bala. 

Negué y lentamente le entregué el arma a mi hermano, él la tomo sin vacilar y me dio una mirada dura. Una risa ronca se sumó a nuestro intercambio. Tomando el cuchillo que tenía dentro de la cintura de mis pantalones lo blandí hacia la garganta del pobre infeliz.

Observé como se ahogaba con su propia sangre y cómo su ropa se empapaba de carmesí. Cuando bajó su cabeza, lo obligué a mirarme hasta que sus ojos se tornaron opacos y todo rastro de vida había sido sacada de su asqueroso cuerpo.

No era la primera vez que había matado a alguien de esa forma. 

Pero este era el comienzo de una guerra de poder.

Y moriría antes de tener que perder.






Beautiful Darkness [Baronov Bratva #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora