Dos.

146 11 1
                                    

Cantigas..., mujeres..., gloria..., felicidad...; mentira todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestidos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para que?, ¿para que? Para encontrar un rayo de luna. - Bécquer.


Subí al taxi y el fue a dejar mi maleta en el maletero.
Aproveche la ocasión para abrir la puerta del coche con intenciones de salir corriendo, pero el fue mucho más rápido y cerró la puerta en mi cara.
Bufé cuando se metió en el coche al lado mío.

-1743 Angelo- dijo al taxista.

Agarró mi mano y la apretó ligeramente.
-Has hecho mal en intentar salir del coche, chicle- susurro en mi oído.
Temple por la cercanía y por la situación. ¿Qué narices estaba pasando?¿Quién era ese chico?

Si algo era seguro, era que el chico se había metido en un lío.
Me reí internamente, jamás pensé que me iba a secuestrar un preso que conocí en el avión.
¿Qué haría ahora?

-¿Por qué chicle?- me atreví a preguntar.

Noté como sus comisuras del labio temblaban como si se hubiera acordado de un chiste.
Apretó su mandíbula y se volvió a acercar a mi oído.

-Porque no te traga nadie- respondió con voz ronca haciéndome temblar.


El taxi llego a una casa blanca, de dos plantas, nada fuera de lo normal. El pago al taxista y cogió mi maleta.

Al salir del taxi, agarró mi cintura atrayéndome a él para no escaparme y me  camino hacia la casa.
Se agachó y levantó una maceta que había en la entrada, allí había una llave y no dudó en cogerla y abrir la puerta.

Una vez dentro, observe la casa. Estaba bien amueblada, la mayoría de los muebles eran blancos al igual que las paredes.
Me giré para verle y cruce los brazos.

-Vas a responder mis preguntas- exigí.
El resopló y sacó una pequeña bolsa de un cajón, luego se sentó en el sofá.
Comenzó a liarse un porro y lo encendió

Tomó su tiempo en responderme.

-Soy Niall- dijo simplemente.
Alcé los brazos y rodé los ojos.

¿Acaso se pensaba que con decir su nombre respondía todas mis preguntas?

-Alexandra- suspire- Explícame que hago aquí contigo-

El inhaló del porro como si fuera la sustancia más básica para vivir.
-Primero tenemos que conseguir quitarme estas jodidas esposas- respondió alzando las muñecas.

Aplasto el porro contra el cenicero y dejó reposar la colilla en el. Se levanto y ando despacio con un tono vacilante hasta el teléfono.
No tardó en marcar unos números.

-Necesito que tengas otro preparado, nos vemos en diez minutos- dijo él secamente a la persona que estaba en la otra línea.

Colgó, agarro su chaqueta.
-Nos vamos-
-No hasta que me digas qué pasa y que hago aquí-

Las pequeñas Alexandras de mi cabeza se levantaron y aplaudieron por mi valentía.

«Dark Side Of The Moon» • NHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora