CAPITULO II: El Brodway Madrileño

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Querido diario:

¡Ya estoy en Madrid, es genial! Es la primera vez que salgo del pueblo y no precisamente para ir al instituto. La verdad no se porque estamos aquí, pero me da exactamente igual, ¡Esto es un sueño mágico! A saber que otras cosas me voy a encontrar...

***


El sol ya salía por el este y Lucas ya estaba despertado escribiendo en su impecable diario, la verdadesque a pesar de que fue un regalo de comunión, todavía lo conserva.

Su desayuno, cereales con un ColaCao, no consiguió calmar la impetú que tenia Lucas por recorrer las calles de su nueva ciudad. Pero como era muy pequeño, no podía recorrelas sólo, y ambos padres se negaban tan temprano a despertarse para cumplirle su capricho

Tras cientos de "Porfis" que Lucas repetía por su boca para que sus padres les acompañaran a dar una vuelta por la ciudad, cumplió lo que quería y desde tan temprano, empezaron a caminar sin saber a donde.

Como unos simples turistas, cogieron su propio mapa y decidieron visitar los edificios de una de las más transitadas calles en la que se encontraban, la Gran Vía. Ni el Edificio Metrópolis, ni la Casa del Libro o el Palacio de la Prensa, Había que pararse en todos los edificios para hacerse una foto, ya que, como he dicho antes, se relacionaban como unos turistas.

Tras caminar tras más de 2 horas, nuestra familia decide hacer un descanso para comer unos bocadillos que se prepararon antes de salir. A el pobre Pablito había que cortarle el bocata en trocitos pequeños para que pudiera morder, ya que todavía no tenia dientes, debido a que era muy pequeño.

Una vez finalizada la comida, a Lucas le dio ganas de hacer "pipi" y tenía que ir corriendo a un cuarto de baño; el problema es que no sabían donde se encontraban y, corriendo se dirigieron a el bar mas cercano para que pueda "soltarlo todo". Ni cinco minutos duró y cuando nadie se lo esperó, Lucas se bajó los pantalones y calzoncillos y, detrás de un coche, surgió la magia. Parecía otra persona; imagínate que no puedes aguantar mas y, donde sea, te quedas tan a gusto como se quedó nuestro protagonista.

Anécdotas a parte, Los Vázquez decidieron coger un taxi por si a Pablito también le entraba el apretón y debía de hacer lo mismo que su hermano.

Al llegar a casa, reventados, decidieron dormir la siesta (andaluza) y ya si eso, levantarse sobre las 7 u 8 de la tarde. Una vez levantados, volvió a sonar la típica pregunta que no puede faltar en cualquier casa: "¿Qué hay de comer?" y, como no, le volvió a tocar a cocinar a María, pero como estaban aún cansados, decidieron preparar una sopa de fideos rápida para este tipo de circunstancias, en los cuáles no tienen ganas de cocinar.

Sentados viendo El Hormiguero, Pablito se quedó dormido en el regazo de su padre. Era lógico que un niño de apenas 2 años se quedase "frito" en manos de sus padres. Lucas, igual de cansado, se quedó dormido en el sofa y María le cogió en brazos y lo llevó a su cama, para que pudiera dormir más comodo.



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