El blanco perfecto

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El sol en Nichea no era lo suficientemente fuerte para penetrar las nubes, era muy difícil saber la hora basándose en eso, cuando lo único que mis ojos observaban era blanco.

El reloj del despertador marcaban las siete de la mañana, en dos horas comenzaría mi nuevo empleo. Nunca me había costado menos dejar mi cómoda cama hasta ese día, me apresuré a tomar una ducha y formar rulos en la punta de mi cabello azul. Abrí una de las maletas que había tomado al volar, no había más que unos cuantos vaqueros, tuve que revolver un largo rato para encontrar un vestido semiformal que cubría hasta arriba de la rodilla y combinaba a juego con mi cabello.

Pude sentir el olor del tocino friéndose en la parte baja de la casa, un típico desayuno en casa de mi padre. Bajé las escaleras a paso lento, disfrutando del silencio que acabaría cuando tocara el primer escalón.

-¡Ana!- Como presentí, mi padre sintió mi presencia y salió de la cocina con un plato lleno de tocino y pan tostado -El desayuno está listo- No percibí a Nicóla en la planta baja, ojeé la sala y no había señal alguna de la rubia.

-¿Y la Barbie humana?- Mi padre me dirigió una de sus miradas, pero no pude disculparme por mi comentario.

-Fue por algo para la fiesta de ésta noche- El hombre de cabello canoso tomó dos platos y repartió el tocino, huevo y pan en partes iguales.

-¿Qué fiesta?- Tomé asiento en la mesa y serví jugo de uva en dos vasos, acerqué uno a mi padre y me dispuse a comer lo que había preparado.

-Tu fiesta de bienvenida- Solté el tenedor con un sonoro estruendo y levanté la mirada a mi padre, al ver su sonrisa intenté corresponderle, pero la idea no me hacía gracia en lo absoluto.

-No tengo nada que ponerme- Dije intentando que fuera una excusa válida, las fiestas no eran de mi total agrado y mucho menos una en la que la protagonista era yo.

-No te preocupes, Nicóla te llevará por un vestido, el tema de la fiesta son máscaras, un clásico- Evidentemente no iba a lograr salir de ese problema. Terminé mi tocino y huevo en un instante y tomé la rodaja de pan tostado mientras dejaba todo en el lavaplatos.

-Te veré más tarde- Dije. Besé la frente arrugada de mi padre y abandoné la casa  por la puerta principal.

Las calles de la ciudad se encontraban abarrotadas de autos, decidí caminar al trabajo el primer día, pero si seguía a mi paso llegaría tarde. Me paré sobre la orilla de la acera intentando llamar la atención de un taxi sin mucho éxito. Pasaron unos cinco minutos hasta que uno paró, pero inmediatamente comprendí que no era por mi. Un hombre no muy mayor que yo se había parado a mi lado y ahora se dirigía al auto.

-Disculpe, la señorita necesitaba un taxi- Quitó la mirada del conductor y la clavó en mi, por un momento me quedé en silencio sin saber que decir, pero su sonrisa transmitía confianza.

-Muchas gracias- Dije al castaño que se había alejado del taxi -Voy al News Time Center- El conductor asintió haciendo una seña para que subiera a la parte trasera.

El castaño que había detenido el taxi se volvió a acercar -Me dirijo al mismo lugar, podemos compartir vehículo, si no es molestia para la señorita- Y ahí estaba de nuevo la cálida sonrisa, era lo que más llamaba la atención en él, ni siquiera el traje, sus ojos verdes, su tono bronceado o el hecho de que era atractivo atrapaba tanto como su sonrisa. Asentí sin más y me acomodé de manera que él pudiera sentarse.

-Supongo que debería saber el nombre de mi salvador- Intenté hacer broma de ellos y pareció entenderlo, ya que rió a mi lado.

-Soy Luke Donovan- Su mirada pasó de estar en mi a el frente del auto -Supongo que es mi deber conocer el suyo.

-Soy Ana Krabe- Asintió con expresión pensativa. Posé mi vista en la ventana, no podía ver más que nieve, pero me parecía muy acosador mi parte estudiarlo todo el camino.

-Ana Krabe, nunca te he visto y ahora nos dirigimos al mismo lugar ¿A qué le debo el placer?- Sus ojos verdes volvieron a posarse en mi recorriéndome de pies a cabeza.

-Es mi primer día de trabajo ahí- Pude ver como alzaba su ceja bastante sorprendido, no supe si tomarlo como insulto o halago.

-Bueno, señorita Krabe, he de suponer que es la periodista que acaban de contratar- Formó una sonrisa en su rostro que no supe si interpretar como una burla o admiración -Seguro le irá de maravilla.

-No, no se equivoca en lo absoluto, soy la nueva periodista- Intenté corresponder su sonrisa de la misma forma, pero me sentía torpe.

Para mi suerte el enorme edificio de cristal se encontraba a escasos metros de nuestra posición. El taxi se estacionó frente al mismo y tomé mis cosas para salir de él. Tomé mi billetera y saqué unos cuantos billetes, pero mi compañero de viajes negó y extendió un billete al conductor -¿Es suficiente?- El taxista quedó atónito al encontrarse con un billete de cien dólares.

-No puedo permitirle pagar el viaje- Espeté en cuanto recobré la conciencia, él se había portado increíble conmigo y eso sería abusar de su amabilidad.

-No es nada, tómelo como una bienvenida- Sin más que decir, él abandonó el lugar y entró al edificio de cristal. Seguí sus pasos torpemente. Las puertas se abrieron frente a mi y todo cambió. Miles de personas caminaban de un lado a otro y miles de sonidos se mezclaban en el aire.

-Señorita Krabe- La voz de un hombre mayor me sobresaltó, venía de mis espaldas. Me giré y un hombre canoso con expresión amable estaba parado frente a mi con dos vasos de café -¿Gusta?- Preguntó extendiendo el café hacia mi.

Rápidamente tomé el vaso y le di un corto sorbo intentando no ser descortés -Señor Sky- Saludé con una pequeña reverencia, hacía no mucho habíamos tenido una entrevista por internet, pero aún por Skype se veía más joven que en ese momento.

Al instante busqué con la mirada a mi compañero de viaje, pero parecía haber desaparecido entre la nube de personas —¿Busca a alguien?— Me interrumpió el señor Sky; su mirada era severa.

—Solo observaba el lugar— Sin más me hizo seguirlo unos siete pisos arriba de donde nos encontrábamos. Según me dijo era el piso de reuniones, todos los directivos y personas importantes se encontraban ahí.

—Ahora te presentaré como la nueva periodista ¿De acuerdo?— No parecía esperar mi respuesta, simplemente se alejó de mi y tomó asiento al final de la mesa.

No tardó demasiado en que la enorme sala se llenara de personas con sacos y semblante serio, ningún rostro conocido, todos parecían no dormir bien, ni haber conocido la felicidad. Un enorme desayuno apareció por la puerta y fue colocado frente a cada uno de los presentes.

—Hay muchos temas por tocar este día, pero el primero es: Mi hijo tomará las riendas del negocio por unas semanas mientras me ausento– La puerta se abrió dejando entrar a mi compañero de viajes, tan arreglado como cualquiera de los que se encontraba adentro —Justo a tiempo para tocar el primer punto. Damas y caballeros, les presento a mi hijo, Luke Donnovan.

¿Hijo? ¿Acababa de llamarlo hijo? Había pasado todo un viaje con el hijo de mi jefe y no lo había notado, aunque tienen un parecido abismal.

—Muchas gracias padre, estoy agradecido de tus palabras y disculpo mi tardanza, mi viaje se volvió... Interesante— Su mirada se encontró con la mía entre el público, la detuvo ahí unos segundos y volvió a recorrer la nada.

—Ahora, quiero presentarles a mi nueva periodista, la señorita Ana Krabbe— Me sonrió y comprendí por su seña que debía ponerme en pie, seguí sus indicaciones y me guió hasta donde se encontraba –Es una joven talento, estará bajo las órdenes de Luke y también podrá ser mi asistente.

—Será todo un placer para mi tener a la señorita Krabe— Y su sonrisa volvió a aparecer en su rostro, dándome una calurosa bienvenida al resto de mis días.

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⏰ Última actualización: Oct 20, 2015 ⏰

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