Pasemos un rato juntos-Capítulo 4

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Cerca de mi casa había una pequeña playa donde nadie pasaba, decidí ir allí un rato y después pasear cerca de mi casa.

La idea de tener un perro me encantaba, desde que era pequeña siempre quise tener uno.

Cuando llegamos a la playa estuvimos un buen rato caminando, como estaba un tanto cansada me senté en la arena.

Aquella playa era bastante bonita como para estar tan vacía, de repente oí unos ladridos de un perro.

De lejos se veía un perro viniendo hacia nosotros, cuando llegó empezó a oler a mi perro y a jugar con él.

Me pregunté de quien sería aquel perro y el por qué estaba solo.

Enseguida vi a Dylan corriendo hacia la dirección en la que me encontraba con los dos perros.

-Así que aquí estas pequeña bandida- dijo sonriendo y cogiendo al perro- Perdón las molestias, mi perra es así... ¿Abril?

-Hola Dylan- le dije sin evitar reírme.

-¿Qué haces aquí? 

-Pasear a mi nuevo perro- contesté con una sonrisa.

-Así que perro nuevo eh- dijo riéndose- ¿Cómo lo vas a llamar?

-Pues me a costado bastante pensarlo pero creo que le llamaré Max. ¿Cómo se llama la tuya?

-Leia, perdona por lo de antes. Cuando mi perra huele a otro perro necesita conocerle sin importarle nada.

-Pues parece que se llevan bien.

-Sí, eso parece- dijo riéndose.

Dylan se sentó a mi lado y dejamos que nuestros perros jugaran todo lo que quisieran. Nos quedamos mirando el mar hasta que llegó el atardecer.

-El atardecer es demasiado bonito, me encantaría vivir en una casa donde pudiera ver el amanecer y el atardecer todos los días. 

-Sería bonito pero caro.

-¿De qué sirve el dinero si no lo usas?

-Tienes razón, ¿pero de donde sacarías el dinero?- le dije enseñándole la lengua.

-Trabajando, pero no gastar toda mi vida en ello, como hace casi todo el mundo.- me dijo revolviéndome el pelo.

-Odio la rutina, y que todos los días sean igual. Gastar tu vida trabajando día y noche. Ojalá todo fuera más fácil.

-Lo será, Abril.

Me acompañó hasta mi casa, cosa que le agradecí enormemente.

-¿Quieres pasar? si quieres puedo pedir una pizza.

-Claro ¿por qué no?- dijo sonriendo- ¿Vives aquí sola?

-Se podría decir que sí aunque no del todo. En la casa de al lado vive mi padre. Pensó que si vivía aquí, cuando me independizára, no sería tan difícil.

-Pues es una gran idea. 

-La comida la intento pagar yo, los fines de semana trabajo por la mañana. 

-Me parece bastante maduro por tu parte.

-Supongo que sí.

Comenzamos a comernos la pizza y puse una película. Poco a poco me empecé a sentir cansada y se me fueron cerrando los ojos lentamente hasta quedarme dormida.

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Si estas leyendo este capitulo te doy las gracias. Aunque no lo parezca una sola visualización me ayuda y anima montón. Espero que les esté gustando como está quedando la historia.

Me ayudaría mucho que comentarán lo que les parece la historia y votarán.

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Hasta la próxima. Mucho
love for you <3

-Rachel Hale




El sin sentido de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora