Capítulo 3

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Desperté en una cama desconocida, me refregué los ojos y me senté. Tome mi celular de la cartera que estaba colgada en una percha cercana y observé la hora. Las 14:20pm. Rasqué mi cabeza tratando de recordar cómo es que había llegado a ese lugar. Mi último recuerdo era haber estado con Hailee así que supuse que ese era su cuarto y que estaba en su casa.

Bajé las escaleras y la vi a Hailee sentada en la mesa mientras observaba su notebook.

– ¡Buenas tardes! – me saludó.

– Hola. Lamento lo de anoche. – hice una mueca al recordar el terrible papelón que pasé frente a ella.

– No pasa nada. Yo también he tenido mis borracheras.

– Si pero recién nos conocemos. Podrías haberme dejado tirada por ahí y no tendría por qué reprochártelo

– No sería capaz de hacer eso Camila. Fuimos juntas y volveríamos juntas. Mi intención no era perderte dentro del boliche; pero cuando pagué el trago me di la vuelta y ya no te vi.

– Yo fui la culpable por eso. Lo siento. Vi a una conocida y quise saludarla, cuando me di cuenta ya te había perdido.

– ¿Te sentís bien?

– Con un poco de dolor de cabeza. Pero es la resaca, nada importante.

– En el primer cajón hay ibuprofenos, podes tomarte uno. – dijo señalándome el cajón.

– Gracias

– Y seguro también tienes hambre. En la heladera hay empanadas.

– Gracias, pero no tengo hambre

– Te va a hacer mal tomar la pastilla sin nada en el estómago. Ya sabes, no tienes que sentir vergüenza conmigo

– Gracias Hailee. De verdad. Por todo.

– No me agradezcas tanto. Sólo prométeme que me cuidarás cuando yo haya tomado de más.

– Trato hecho. – sonreí y ella me devolvió la sonrisa.

Respiré hondo y entré al inmenso estadio donde, de ahora en más, sería mi lugar de entrenamiento. Esa iba a ser mi primera práctica en el equipo. Por fin iba a conocer bien a mis nuevas compañeras. A algunas de ellas las conocía de vista por los enfrentamientos que ya habíamos tenido cuando jugaba en el San Antonio Stars pero al igual que Hailee y yo, otras chicas se habían incorporado al grupo.

Hailee había insistido en que vayamos juntas a la práctica porque ella también tenía que ir y no había nada mejor que llegar por lo menos conociendo a alguien.

Chris hizo una seña y nos llamó a todas al centro de la cancha.

– Buenas tardes a todas. Quiero que hoy me muestren lo mejor que tienen. Está todo el equipo completo así que quiero que empiecen a mirarse las caras para reconocerse entre ustedes.

Chris era el entrenador del New York Liberty. Era alto, morocho, con mirada desafiante y parecía tener un gran carácter.

Después de hacer bandejas, circuitos, trenzas y uno contra uno, llegó el momento de dividirnos en dos equipos para hacer un partido.

El partido comenzó bien, robé dos balones en las primeras jugadas que terminaron con dos tantos. Chris me sonreía complacido. Quería hacerle sentir que haber comprado mi pase no había sido en vano, que valdría la pena tenerme en su equipo.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2015 ⏰

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Time out - camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora