El Encuentro

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La fría noche del 26 Caperucita volvió a internarse en el oscuro y frio bosque. No por casualidad se volvió a encontrar con el Lobo; se acercó lentamente a él y le susurro:

-te extrañaba-

EL ser al cual se acerco levanto las orejas al escuchar aquella voz dulce y melodiosa, una sonrisa malisiosa se pinto en su rostro largo y peludo

-creí expresarte mis escasos deseos de volver a contemplar tu delicado rostro- contestó aquella voz brusca, carrasposa y fuerte

-mi querido Lobo, ahorrarme las formalidades. Yo creí expresarte lo poco que esos deseos me afectaban- reprochó ese pequeño ser al cual el Lobo queria y protegía tanto

Esta vez el Lobo se volteó, quedando frente a frente con ella. Esta vez el Lobo pudo observarla bien: esos labios rosados, esos enormes ojos azules, las piernas largas y delgadas, ese vestidito de cuadrados rojos y blancos que abrazaba sus curvas, las largas ondulaciones rubias, la nariz aguileña y finalmente lo que más la distinguia. La capa roja.

-mi querida niña- susurro el Lobo, el cual hasta ese instante no se había percatado del cuello de la muchacha

-es un lindo regalo- dijo el, en tono de reproche, desviando la mirada

-no significa nada- expreso ella, en tono neutral

Era un hermoso artefacto lo que llevaba en el cuello, penso el Lobo, un Tulipán rojo adornado con diamantes y bañado en oro

-el jovenque te lo dio debe estar muy enamorado- dijo el dándole la espalda

-yo solo tengo ojos para una persona- dijo ella acercándose a él, alargando la palida mano y poniéndola suavemente sobre el brazo peludo y fuerte del Lobo

Se habían acabado las formalidades, en ese instante solo estaban él y ella bajo la luz de la luna. El Lobo volteó la cabeza y pudo observar ese rostro angelical a la luz pálida de la luna. Sus ondulaciones rubias se volvieron, de repente, mas brillantes, mas doradas, dignas de un hermoso ángel. Pero ¿cómo una criatura maldita podria estar con un ángel? La respuesta era simple: no podía

-yo no soy una persona- dijo molesto, apartando el brazo en el momento en el que sintió su toqué

Debía salir de allí, aun cuando sabía que ella probablemente lo seguiría. A pesar de esto empezó a caminar y, como había esperado, ella lo siguió. Pasaron por lugares desconocidos e inexplorados por Caperucita; un árbol caido, un campo de flores, una cueva escondida, una casa abandonada. Finalmente el Lobo se detuvo frente a un claro, no era muy grande pero tampoco era pequeño, la luna se reflejaba a la perfección en el agua.

-¿recuerdas este lugar?, mi querida y tierna niña- pregunto el Lobo sin mirarla, pues tenia la mirada fija en el claro cristalino

-este fue el lugar donde matamos a mi abuela- su voz se escucho como un susurro casi inaudible, y aun así seguia siendo dulce y melodiosa. Caperucita alcanzo el lado del Lobo, su mirada tambien estaba fija en el lago donde todo empezó.





Caperucita y el Lobo (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora