Primera Parte

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La primera visión que tuve fue la de un inmenso paisaje, era un vasto desierto a juzgar por la naturaleza desolada del entorno, de pronto lo vi a el, solitario, no se sentía una presencia allí mas que la de el, estaba tan quieto y firme como una piedra que ha estado alli quieta durante siglos, su presencia era solo la imagen pues no se sentía como un ente vivo ni como ser humano, este hombre había abandonado ya la vida, había muerto y delante de el millones abandonaron el mundo de los vivos. Se encontraba allí, su rostro era inexpresivo, no decía ni transmitía nada, la mirada la tenia clavada en el mas difuso horizonte de aquel inframundo; era el mismo Adolf Hitler, el famoso Fuhrer, aquel hombre que llevo a su pueblo a lo que la humanidad recordaría como una de las épocas mas terribles y sangrientas que se haya visto, un periodo en el cual millones de familias vieron partir a sus seres amados para no verlos regresar nunca mas y tener que lanzar una oración al cielo para su descanso eterno al entregarse tristemente a una resignación obligada por aquellos que ya no estaban. Regresando a como era aquel lugar, era claramente un desierto pero no tenia dunas, era completamente llano, por lo menos hasta donde mis ojos cubrían aquel sitio, no existía el viento, ni el calor ni el frió, y el sol en el cenit de nuestras presencias solo adornaba el paisaje, algo mas era distinto, el piso, no era de arena, ni mucho menos de tierra, era muy particular, mas se asemejaba esta a una plataforma, o mejor, un patio amplisimo y completamente plano de grandes dimensiones hecho de grandes losas cuadradas de un material como el mármol o algo similar. La soledad del entorno me permitía pensar en una fecha cualquiera, pero no, allí tampoco parecía existir el tiempo, no tal como lo conocemos, era una atmósfera densa y pesada en la que el sujeto que permanecía allí parado, sin musitar ni una sola palabra, sin mover ni un solo musculo era un pequeño punto oscuro en un espacio amarillo. Estaba vestido con su uniforme militar pardo, llevaba una chaqueta en la que brillaba su cruz de hierro, que pendía del botón del bolsillo cuidándose de no caer sobre la correa marrón que atravesaba su pecho y se escondía detrás de su cinturón, la corbata también parda, se dejaba ver sobre una camisa de cuello blanca que no permitía la menor mancha, en el brazo izquierdo llevaba su característica insignia: rodeando la manga por encima del codo se posaba a modo de brazalete una tela roja como la sangre con un circulo blanco en cuyo interior rotaba cómodamente esa siniestra esvastica negra, símbolo del terror nazi, su cinturón grueso, de un negro intimidante apretaba la chaqueta por encima de la cintura, sus botas negras elegantemente lustradas, no reflejaban la menor suciedad, por ultimo su gorro, un elegante kepis de visera corta, ocultaba la vista del Fuhrer por una sombra infranqueable desde cualquier angulo, estaba coronado en la parte frontal por el águila sosteniendo una corona que anidaba en su centro una esvastica de reluciente metal, se vio allí Adolf Hitler parado en un tiempo y lugar desconocido. 

 De pronto, estando allí apareció de la nada un personaje que cualquiera reconocería, era el mariscal Erwin Rommel, aquel general Alemán, famoso por su inteligencia y astucia a la hora de enfrentar a los enemigos en el campo de batalla, era bien sabido que las Afrikakorps bajo su mando eran las fuerzas mas temidas durante la guerra que se vivió en el norte de África, ganándose por esto el respeto de mas de un aliado y obviamente el de su pueblo incluyendo a su líder. Un verdadero militar, tal vez de lo poco rescatable de aquella época nefasta para la humanidad, Rommel permanecía allí quieto, yo apenas si me prestaba a dar crédito a mis sentidos, el Mariscal llevaba un uniforme verde oliva, su chaqueta iba cerrada, apenas permitía ver colgando del cuello la elegante cruz de hierro que sobresalía por su color negro, ademas de los galones bellamente adornados de rojo y dorado en el cuello de su chaqueta; al igual que el Fuhrer también llevaba unas botas negras, así, en un momento empezó a caminar hacia el, lo hacia lentamente, me dio la impresión de que sus pasos no se sentían en el suelo, era el hombre caminando pero había algo extraño en esa imagen, el cuerpo se movía pero esa imagen no se correspondía con el paisaje que le rodeaba, parecía que el viejo zorro del desierto levitaba al tiempo que avanzaba y una vez estuvo frente a su líder, levanto su mano derecha en lo alto y dio el característico saludo romano que se había adoptado en el Tercer Reich, y con voz firme dijo: - Heil Hitler!, así bajo la mano enseguida y en actitud solemne miro a los ojos vacíos e inmutables de su líder y solamente susurro: - Fuhrer..., al decir esto ultimo siguió su camino por el lado derecho del interpelado y dejo lentamente atrás a aquel cuya orden le había hecho quitarse la vida so pena de no involucrarse con su amada familia, así como apareció así mismo desapareció, de la nada, su persona dejo de existir en aquel sitio desvaneciéndose de un momento a otro, entonces lo confirme, este era un lugar que no había existido nunca antes y que no existiría nunca jamas, era un tiempo que no transcurría, un espacio que no existía y que tan solo aquellos que han abandonado la vida como la conocemos, cuyo corazón ha dejado de latir y han dejado de respirar, solo esos pueden estar aquí y yo era solo un testigo de aquello que me rodeaba, un visitante. De pronto sentí la necesidad de acercarme a aquel que ahora se hallaba solitario en medio del desierto, el mismo por el cual, el hombre que acababa de irse había logrado tremendas victorias en nombre de su patria y que a causa de la soberbia, y la ignorancia de algunos miserables y orgullosos había entregado su vida contra su voluntad al eterno creador, aquel que todo lo ve y todo lo juzga; el aspecto del Fuhrer cambio, se vio una tristeza y una pena en su semblante que no podría describir, la aparición y el saludo del camarada Rommel habían logrado aparecer aquellos sentimientos de remordimiento en lo mas profundo de ese ser que allí se encontraba, quizá, por dejarse rodear de individuos a quienes el poder y el orgullo de una raza inexistente y mítica robaron el alma y no hacer caso de aquellos que lo previnieron de evitar la masacre en la que al final solo la muerte y la tristeza cantaron victoria sobre millones de inocentes; pero, ¿como pueden los muertos dejarse llevar por estos sentimientos ? o es que ¿tal vez es una especie de castigo, el remordimiento eterno, la culpa interna que nunca terminara de consumirlo desde adentro? la verdad que se hace presente en el mas allá y esta vez es inevitable, todo a causa de la vanidad desmedida, el egoísmo y la prepotencia que ciegan al mas lucido, la sed de sangre y poder, las ganas de demostrar lo irreal hasta convertirlo en algo degradante para el ser humano.

Camine lentamente hacia el, me dirigí lo mas sigiloso que pude, aunque aquel sabia que yo me acercaba, no pude evitar sentir algo de temor a medida que me aproximaba mas, me demore un poco en llegar y verlo mas detenidamente, era mas alto de lo que parecía en un principio, me detuve a un par de metros a su costado , quieto como una estatua que ha perdurado por milenios en la misma posición dirigiendo siempre la mirada hacia el mismo punto.




Relato de un sueño...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora