Capítulo 4

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Cuando llego abajo solamente el rico olor de las arepas que mi madre hizo bastaban para degustarme, bajo y me siento en la mesa, mis padres comienzan a comer, sin embargo yo solo veo la arepa, el queso y la margarina en el plato, aun no dejo de pensar en el sueño que tuve hace poco, miro al frente y veo a mi padre, mueve los labios mas no escucho que me está diciendo, de repente vuelvo en sí, y solo escucho a mi padre diciendo

-Hijo, Jacob, ¿Qué te pasa?

-Nada padre tranquilo- le respondo aun algo perdido

-Estabas muy distraído... Me pregunta mi madre

-Tranquila mama, solo estoy pensando... respondo disimulando que me pasa algo

-¿Y qué es eso que piensas? Pregunta mi padre

-Nada importante... respondo llevándome la arepa a la boca

-perfecto entonces sigamos comiendo... dice mi madre

Es hora de dormir, me cepillo, y me acuesto en mi cama, mas no quiero dormir, No sé si soñare otra vez lo de siempre o la noche de hoy será una tranquila, sin embargo sin darme cuenta me quedo dormido, realmente fue la noche más tranquila que he tenido, por ningún momento de mi sueño, tuve esos extraños sueños de guerra y pelea, sinceramente no entiendo nada de eso

Cuando menos lo esperaba, suena un ruido tedioso, era el despertador, anunciándome que hoy era otro día de clases, me despierto y me acerco lentamente a la ventana, abro las cortinas y una resplandeciente luz inunda mi cuarto, me cegó por un rato, cuando puedo ver nuevamente, miro al cielo y me pregunto qué será de mis amigos en Venezuela, mas no me dejo que recuerdos me detengan y procedo a ir al baño a calentar el agua y llenar la tina. Siento que ya esto se volverá una tediosa rutina, procedo a hacer lo mismo que cualquier día normal, entro a la tina y me baño. Duro un rato pensando y luego salgo y me seco, paso a mi cuarto y me visto con el uniforme escolar, bajo a comer mi desayuno hecho por mi madre y recojo el dinero que me dejo mi padre, tomo las llaves y abro la puerta, salgo de la residencia y espero en la parada el autobús, en eso se acerca un chico vestido igual que yo, a hacer la cola se me queda viendo y me pregunta.

-¿Tu eres el nuevo?

-Si.... Respondo sin ganas de hablar

-Mucho gusto soy Jonathan... responde amablemente

-Jacob... Respondo intentando hablar poco

-Y de dónde vienes nuevo... Pregunta el con ganas de entablar una conversación

-Venezuela... Le respondo, rápidamente

Antes de que pueda volverme a hacer otra pregunta, veo el autobús acercándose y le digo rápidamente – Hay viene el autobús- Cuando el autobús llega a la parada, me subo y luego de cancelar el pasaje, pongo los auriculares en mis orejas, para escuchar música, e intentar que Jonathan no me siga hablando ya que no ando de ningún humor. De mi casa al colegio son al menos unos 10 minutos sin contar el tráfico, noto que en cada parada se suben chicos y chicas que estudian en el mismo colegio que yo, en una de esas paradas sube una chica alta, de contextura flaca, cabello negro, enrulado y ojos café claro se sienta a mi lado, pertenece claramente al San Agustín, ya su uniforme y la insignia lo delatan... por lo que me he dado cuenta en España soy muy sociales y conversadores, pero esta chica me pareció diferente, no sé por qué razón... Al paso de un rato, escucho el sonido de alerta de que mi celular esta por quedarse sin batería, en lo cual me veo obligado a retirar los auriculares y esperar que esta chica me hable, sin embargo no fue así, la chica permaneció tan callada como yo, en el autobús se escuchaba el sonido de las voces de las personas hablando, parecía que en cada puesto alguien hablaba, menos donde yo estaba... finalmente llegué a mi destino, me bajo por la puerta trasera y entro a la institución, automáticamente me dirijo a mi salón a esperar sentado, sabía que estaba unas horas más temprano de mi hora de entrada más sin embargo pasé al salón y me quede esperando a que se hiciera la hora, viendo el reloj colgado en la pared encima de la pizarra, el movimiento de la aguja de los segundos, me relaja además de el sonido que hace, y el paso más lento del minutero también es muy relajante. Solamente veo el reloj hasta que se hacen las 10:15 y alguien abre la puerta, es la profesora Elizabeth la cual me ve con un gesto de sorpresa

Amor VerdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora