2. Debo Conocerlo, Es "familia".

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Narra _______:

Caminé siguiendo los sonidos que Wilson hacía. Era un perrito muy travieso.

Abrí una puerta y me lo encontré mordiendo una zapatilla.

-¡Ajá!-lo sorprendí y me miró.- Pícaro, es casa ajena.-Lo reproché mientras lo cargaba en mis brazos.

-Claro que no, es tu casa ahora.-una voz masculina me sorprendió. Marc, estaba acostado en su cama.

No había notado a donde acababa de entrar. La habitación de mi "primo". Mi corazón empezó a latir más rápido, mordí mi labio inferior. ¡Oh, no! Estaba nerviosa.

Sentí como mis mejillas se pintaban de un tono rosado, estaba casi desnuda frente a él. Podía percatarme de cómo me observaba de abajo a arriba. Eso me orientaba a estar más nerviosa.

-Sí, pero acabamos de llegar y es un poco loco que Wilson haga eso...así que ya me voy.-dije con el perro en brazos. Me giré y me marché de allí.

¡Uff! Entré a mi nueva habitación y me cambié, me puse mi pijama y me recosté en la cama.

Me había quedado con la curiosidad de conocer a mi primo, Marc. Wilson saltó a mi cama y se acurrucó en mis piernas.

Esto parecía un sueño, algo irreal. Estaba a punto de dormir cuando la puerta se abrió, el chico más delgado apareció, Alex.

-¿No duermes aún?-preguntó y negué, pero sólo con la cabeza.

Cogió la silla en frente del escritorio y la colocó al lado de la cama, como si me estuviese por leer un cuento.

-¿Y cuántos años tienes?-me preguntó y lo miré.

-17, pero en tres meses y un día cumpliré 18.-comenté algo feliz.

-¿Y te irás de casa?-cuestionó mientras jugaba con sus dedos.

-No lo sé, depende, creo...-prensé.

-¿Eras hija de nuestra tía Margaret?-preguntó y asentí, una lágrima tonta se escapó así que la sequé rápidamente.

-Ella me dejó el orfanato cuando tenía cuatro meses, lo único que sé de ella es que se casó con mi padre llamado Paul Blair. Por eso mi apellido.-expliqué.

-Entiendo, sé que no te importará pero... la tía murió.-me avisó. Lo miré, buscando que nuestras miradas se unieran pero él estaba centrado en un punto imaginario.

-¿Me puedes dejar sola?-pregunté con un hilo de voz y asintió.

Se Marchó y cerró la puerta, las lágrimas no tardaron en aparecer.

No había conocido mi madre y ella ya estaba muerta. No podía contenerlo tenía ganas de gritar, pero la cordura me ganó. Guardé mis gritos y dejé que las lágrimas y el dolor me agotaran.

Siempre las malas cosas me atacaban en momentos buenos. Estaba tan cansada de eso.

Me dormí fácilmente. Mis ojos estaban agotados.

Desperté un poco mareada, me levanté y me puse mis pantuflas de Bob Esponja. Fregué mis ojos para confirmar que esto no era un sueño.

Fui al baño y me cepillé los dietes, lavé mi cara para despabilarme. Preparé la ropa para ir a ducharme, un short de Jean y una musculosa celeste con el número 88 estampado en color rosado, sin mangas, obviamente, ya que había amanecido con un hermoso sol.

Me duché con agua fría, ya que parecía un día veraniego. Lavé mi cabello y cuando estuve lista salí.

Me sequé y me vestí. Me peiné y dejé mi cabello suelto. Puse un poco de perfume en mi ropa y en mi cuello y me maquille suavemente.

Bajé por las escaleras cuando escuché que Wilson despertó y empezó a seguirme.

Entré a la cocina y Marc y Alex ya estaban desayunando. Roser estaba revisando algo en su línea telefónica.

-¡Ya despertaste! ¡Vaya que duermes, cariño!-dijo mi tía, me senté y sonreí. Colocó frente a mí un tazón con leche y una caja de cereal.

-¿No tomas café?-preguntó Alex.

-Es muy pequeña aún-habló Roser.

-Yo tengo 19 y desayuno con café-se defendió el joven.

-Ella tiene 17.-justificó Roser, él rodó los ojos haciéndome reír.

Sólo consumí la mitad de lo que había en el tazón. Era demasiado para mi estomago el contenido entero.

Wilson ladró.

-Debemos conseguirle sus cosas...-comenté apenada mientras lo miraba.

-¡Claro! Marc acompaña a _____ hasta la veterinaria.-dijo Roser.

Este me miró y asintió mientras se paraba y estiraba sus brazos. Él salió de la cocina y pasó por el living.

Cargué a Wilson en mis brazos y lo seguí. Marc abrió la puerta y me dejó pasar. Que caballeroso.

-Gracias.-dije y me paré a esperarlo, hasta que cerrara la puerta y me alcanzara.

-Está cerca, ¿Te molesta ir caminando?-preguntó y negué con la cabeza.

93 Días contigo| Marc Márquez y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora