I.

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El sol ha comenzado a colarse por mi ventana, poco a poco avanza por mi cuarto iluminando cada rincón. Con calma lo sigo desde la estantería donde guardo con cuidado todos mis libros hasta la punta de mis pies antes de que el despertador suene.
Me pongo en pie y me doy una ducha antes de ir a trabajar.
''Otro día más... Igual que el de ayer, e igual que de mañana'' digo en voz baja.

—Hey, ven aquí grandullón— llamo a mi Pastor Aleman, Alfa.
El es el único que está para mi cuando lloro hasta quedarme dormida, el único al que puedo hablarle cuando estoy en casa. Si el no estuviera, mi día a día sería tan deprimente que estoy segura de que no lo soportaría.
Termino de tomarme el café con leche y decido que hoy iré andando al trabajo. Salgo de casa, echo llave y me dirigo a la cafetería donde trabajo desde hace tres increíblemente agotadores meses.

''Ojalá no tuviera que trabajar allí. Ojalá nunca me hubiera mudado a Francia. Ojalá nunca la hubiera pifiado con Thomas y ojalá nunca hubiera nacido.''

Cuando el Diablo se enamoró del ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora