El árbol de Aricia.

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Las murallas que su propia mente había construido en sus momentos de dolor y agotamiento, lo habían llevado a la completa soledad. Días tan oscuros como la noche y días tan resplandecientes como rayos de luz en la mañana, rigieron su vida desde que supo que debía respirar para mantenerse con vida hasta que decidió ejercer una profesión que le cambiaría la vida.

El amor llegó a su vida, hiriendo su travesía como una lanza. Llegaron aquellos sentimientos, colocando una preciosa venda sobre sus ojos.
Hay personas a las que se las conoce mejor desde afuera que desde adentro. Por eso cuando te enamoras de ellas las desconoces. Así fue cuando conoció a la pequeña muchacha que solía sentarse sobre el majestuoso árbol que llevaba su nombre y oía detenidamente las palabras que el joven sacerdote expulsaba de su boca tan sabiamente, deleitándose con cada una de ellas, saboreándolas en el aire, y guardándolas en los lugares más inhóspitos de su mente.

Las alegrías iban y venían, al igual que las preocupaciones, y aquellas tenían un solo motivo: Levi Ackerman. Un hombre lleno de intenciones pérfidas que hacían que el cuerpo de Eren se tensara cada vez que oía su nombre entre la gente, o simplemente lo leía en los diarios que todas las mañana eran entregados en su iglesia. Una rivalidad que cumplía años de existencia, y que cada vez se intensificaba aún más. Él estaba dispuesto a acabar con aquel hombre y sus creencias que parecían completamente contradictoras a las leyes divinas que regían el Distrito Stohess.

Ese hombre conocido como Levi Ackerman, dedicó tiempo y vida a un ser que le juraba paz y armonía. Se encerró en paredes colmadas de relatos, con palabras sagradas forjadas a puño y letra, llenas de esperanza y vigor. Los dioses le cantaban al oído divinas melodías que lograban calmar cada uno de sus demonios, y el poderoso Dios lo cegaba en locura y avaricia, convirtiéndolo en el hombre más feliz dentro aquellas ínfimas hectáreas de murallas, que lo dividían a él y a miles de almas de un infierno calamitoso y decepcionante.

Esta la historia de dos hombres que luchan por el  poder supremo y la aceptación total de un pueblo alimentado por el miedo y la muerte. Sólo uno tendrá el poder de calmar sus apocadas almas y salvarlos con sus palabras tanto infernales como celestiales. El discípulo de la luz y el discípulo de la oscuridad, en una guerra que costará precios inimaginables.


Advertencia: esta fic no será ereri o  yaoi, porque ambos se disgustan y quieren la muerte tanto de uno como el del otro.

La mayoría de los personajes no me pertenecen, a excepción de los inventados propios. Todos los derechos de autor a Hajime Isayama.

El árbol de Aricia - [Eren Jaeger | SNK] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora