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Un viernes cualquiera, Zoe estaba aburrida mirando al techo literalmente mientras el tiempo pasaba y toda su casa se encontraba en silencio.

Mientras que cualquier adolescente se dedicara a prepararse para salir de fiesta con sus amigos, ella tenía que quedarse en casa porque había pillado un resfriado que la obligaba a quedarse encerrada en casa.

Sus padres y su hermano pequeño habían salido a cenar con unos amigos y no volverían hasta entradas algunas horas en la madrugada. Pero estaba cómoda con ello, le gustaba estar sola para hacer lo que le placiera, y también para tener un rato para sí misma y pensar.

Aburrida, y sin saber qué hacer, cogió su portátil y se sentó con las piernas entrelazadas.

Había entrado ya a sus redes sociales, pero no había nada importante que comentar a excepción de la fiesta que daba una chica de su instituto. Habían pocos online, ya que la mayoría de sus contactos y conocidos se encontraban preparándose para tener una buena noche de música a demasiados decibelios y alcohol a grandes cantidades.

Decidió entrar a omegle para calmar su aburrimiento y encontrar a alguien con quien socializar al menos un rato, alguien con quien tener una conversación.

Al principio renegó de poner la cámara, pues no es que le hiciera especial gracia que un total extraño la viera, pero después la pusó para que la gente no continuara dándole al "next".

Una pantalla en negro se situó encima de la suya y la extrañó, pues era la primera vez que entraba en esa página sola y la vez que vio a sus amigas hacerlo no había visto ninguna pantalla en negro.

Esperó que la persona del otro lado enviara su mensaje.

The stranger is typing...

Stranger: whoa, tienes unos ojos preciosos.

Que comience la acción.




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