Capítulo 1

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-¿Te acuerdas de los Archibald?- preguntó mi madre sentándose en la reposera junto a la mía.

-No particularmente.- respondí dejando el libro que leía en mis piernas.

A decir verdad, ni siquiera me sonaba ese apellido. Mis padres conocían a tantas personas que se hacía imposible formar un registro en mi cabeza de todos ellos, más aún con mi inexistente habilidad para aprender nombres, y aunque soy buena recordando rostros, sin nada más que un apellido se me hacía difícil saber quienes eran.

-Los Archibald Caro.- me dijo como si no pudiera creer que no me acordara de ellos. -¿Cristóbal Archibald, Serena Pardo, la familia del sur que vivió un tiempo en Miami y vinieron a vernos hace años atrás?- dijo casi herida, hice una mueca de "realmente no sé de quién hablas" a lo que mi madre continuó. -Bueno, la cosa es que vendrá Serena a vacacionar aquí, se quedará un par de semanas.-

-¡Ah! Que bueno mamá.- me sorprendió la noticia, pero al ver que mi madre seguía sentada inmóvil significaba que quería algo más, que esta conversación no se había acabado con solo esa noticia. Entrecerré los ojos. -¿Quieres que les pase mi pieza verdad?- dije con los ojos entrecerrados por el sol.

En mi casa de verano solo habían 4 habitaciones; una de mis padres, una de mis hermanos, la mía que compartía con mi prima la cual iba todos los veranos, y una pequeña donde solo cabía una cama. También había otra muy pequeña al lado de un Quincho que había construido mi padre a pasos de la casa, pero esa pieza comúnmente se utiliza para guardar cosas, y no estaba segura de que cupiese una cama con todas esas cosas ahí.

Al ser la más cuidadosa con mis cosas, mi cuarto era el que se ocupaba cuando venía gente de afuera, dejándome con la habitación más pequeña, durmiendo apretadas en una cama de una plaza con mi prima.

-Algo más que eso, viene con su hijo. -mi madre esperaba mi reacción.

-¿Ya y?-

Que vinieran con su hijo no parecía algo muy grav... -Espera.- ahora lo veía. -¿Quieren quitarme la habitación pequeña también?- dije alzando un poco la voz. -¿Por qué? ¿No puede dormir con sus padres?-

-No queremos que duerman incómodos hija.- respondió mi madre en tono de disculpa.

-¿Y por qué no duerme en la pieza de mis hermanos?-

-Viene una amiga con su pareja y su hijo, Antonieta Hardin, ella con su esposo solían vivir en Miami también, ellos ocuparán tu habitación, Serena que viene sola se quedará en la pieza de invitados, mientras los niños usarán la pieza de tus hermanos.-
¿Qué tenían los amigos de mi padre que se la pasaban en los Estados Unidos?

-¿Y mis hermanos donde dormirán?- pregunté ya algo molesta.

-Al frente, en la casa de tu tío.- hice una mueca. El solo hecho de pensar en dormir ahí me daba escalofríos. Mi tío, hermano de mi madre es muy simpático, pero como nunca se encontraba en casa mi primo y sus amigotes rugbistas no encontraban nada mejor que usar la casa como sede de fiestas. No me quejo por eso, me gusta ir de fiesta, pero después de ella, la casa se convertía en un motel barato donde el aire denso era una mezcla de alcohol, cigarros, marihuana y sexo.

No podría dormir ahí aunque me pagaran y mi madre lo sabía.

-¿Y donde se supone que dormiremos con mi prima?- ahora era mi madre haciendo una mueca. -Madre, suéltala ya.-

-Tu padre compró una carpa para instalarla detrás de la casa.- dijo lo más rápido que pudo, como quitando una bandita. Mantuvo los ojos cerrados por unos momento.

"¡Una maldita carpa!".

Abrió un ojo para espiar mi reacción, ya que tengo la fama de tener un temperamento corto, un genio de los mil demonios, heredada de mi padre, si el genio se podía heredar.

-¿¡Voy a tener que dormir en una carpa!?- dije indignada. Estas también eran mis vacaciones, ellos venían y me robaban mi pieza, mi comodidad, mi cama, y yo, en una maldita carpa.

-Sé que no es lo más cómodo del mundo, pero con tu padre intentaremos hacer lo posible para que así sea.-
Vi como mi madre llena de culpa intentaba hacer las cosas para mejor, así que resignada intenté no hacer más escándalo.

-Bueno, será, no hay mucho que pueda hacer ahora.- mi madre puso el rostro como le hubieran golpeado en el estomago, a lo que agregué. -No te preocupes, vamos a ver lo que se puede hacer.- Fingí una sonrisa a lo que mi madre soltó una carcajada.

-Tienes que trabajar en esa sonrisa falsa cariño. Gracias por comprender.- me dio un beso en la frente y se dirigió a la casa.

No me conozcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora