Capítulo 3

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Me acerqué a mi padre como si no quiere la cosa, como si pudiera sacar algún acuerdo de todo, aunque sabía que era imposible. Estaba arreglando sus miles de cámaras fotográficas que tiene.

-Mi madre me contó que vienen invitados.- dije sentándome en la cama matrimonial de su pieza.

-Sí, probablemente no te acuerdes de ellos, fuimos a su casa en Punta Arenas cuando tenías seis.-
Me acordaba del viaje pero sus rostros aun eran desconocidos.

-¿Y cuando llegan?-

-Mañana en la noche.- "Un día" pensé. Tenía sólo un día para disfrutar mi cama. Intenté disimular mi rostro de pánico. -Hay que ver donde vamos a poner la carpa para que ustedes duerman.- dijo despistado, sin sacar la vista de lo que hacia.

-¿Y la familia amiga, de dónde viene?-

-Somos todos amigos de la universidad, ellos vienen del sur también, Amanda la conocimos por Antonio y su hijo debe tener la misma edad que Chace, Ignacio creo que se llama.-

No me importaba sus estúpidos nombres, no quería dormir en una carpa con todos los insectos enemigos que hay rondando por ahí.

-¿Sabías que a Chace le gusta la fotografía? No es lo que estudia pero le gusta bastante, ha tomado algunos cursos en la universidad de Punta Arenas, quizás formen lazos y tengan de que hablar.- me miró sonriente, aún con sus manos metidas en sus cámaras.

Yo por mi parte estudio Cine en la capital del país y la fotografía siempre me ha gustado, igual que a mi padre. "Quizás no sea tan malo" pensé por un momento.

-Quizás. No prometo nada.- respondí testaruda al pensar que quizás, solo quizás sería bueno compartir con alguien que pueda enseñarme fotografía. -¿Qué pasó con el marido de Serena?-

-No viene.- dijo cortante. -Se separaron.- levanté las cejas intrigada por su reacción, pero no le di más vueltas.


Volví a mi habitación con un rostro de tres metros. 

-Muy malas noticas.- dije entrando a mi querida pieza.

-¿Qué pasa, quién se ha muerto?- respondió mi prima quien se hallaba en su cama escribiendo.

-Llegan mañana en la noche.- dije con la mueca más grande de mi vida.

-¿Mañana?- mi prima dejó lo que estaba haciendo luciendo más entusiasmada de lo que esperaba.

-¡No sonrías!- mi ceño estaba fruncido y mis manos se posaban en mis caderas como jarras. -Ellos son los enemigos, ¿Recuerdas? ¿Carpa? ¿Frío? ¿Bichos?-

-Sí, los viejos lo son, ¿Pero los hijos? No señor.-

-¿Y qué te hace pensar que serán lindos, o incluso simpáticos? Que tengan nuestra edad no significa que lo sean.-

-Me apego a mi teoría del apellido Carolina.- dijo levantando sus palmas al techo. -Y tenemos 21 querida, no me metas un año más.-

-Ridícula.- dije ahora sonriendo. -Te queda poco para los 22, y te apuesto que no son más guapos que los hombres que ya conocemos.-

-Quizás tengas razón, pero déjame soñar ¿Sí? Ultimamente mis sueños son lo mejor que tengo.- puse los ojos en blanco divertida y me recosté en mi cama abrazándola.

-Te extrañaré querida amiga.- dije teatralmente.

-No seas tan melodramática, nadie ha muerto por dormir en una carpa.-

-Eso no lo sabes, puede haber una araña venenosa ahí afuera esperando clavar sus colmillos en mi piel.-

-Como lo puede haber aquí mismo en tu pieza.- la miré alarmada pero ella soltó una risa sonora. -Tienes que verlo como una expedición, vamos.- dijo al ver que enterraba mi cabeza en la almohada.- Será divertido.

-Divertido mi trasero.-

-Aguafiestas.-

-Hippie.- le dije lanzándole un cojín que tenía a mano.

No me conozcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora