Vio a lo lejos una pequeña imagen ya demasiado desgastada, pegada en una de sus paredes.
Su corazón se encogió y las lágrimas brotaron. Lo extrañaba demasiado, extrañaba su sonrisa, extrañaba sus ojos, extrañaba su voz, extrañaba todo de él.
Su vida cambió radicalmente cuando lo conoció, recuerda que era una hermosa tarde de Junio. Tenía sus pies enterrados en la arena cuando lo conoció, él, por accidente, lo golpeó en la cabeza con una pelota.
De inmediato, cayó en los ojos del chico. Era hermoso en todos los sentidos, era dueño de una hermosa voz y de unos tentadores labios.
Al conocerlo, sabía que no tenía que dejarlo ir.
Siempre sonreía e iluminaba su mundo. Lo hacía olvidarse de todos su problemas.
Un día, era de noche y ambos se encontraban en un viejo parque, columpiándose con lentitud, cuando el chico a su lado preguntó: "¿Me olvidaras cuando muera?". Se quedó por un momento perplejo, cuando finalmente respondió: "Si te olvido, no me lo perdonaría ni a mí mismo". Él le regaló una sonrisa, completamente sincera.
Eran las tres de la mañana cuando recibió una llamada de él.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —había preguntado un poco alarmado.
—Sí, sí estoy bien. Sólo quería decirte que me abrieras la puerta, por favor.
Se quedó un poco confundido, y aún con el teléfono en el oído se fue abrir la puerta y la sonrisa característica del chico lo saludó. Colgó el teléfono, confundido ante lo que veían sus ojos.
— ¿Y me vas a dejar pasar? —preguntó varios segundos después de que se quedara pasmado viendo.
—Pasa, pasa —dijo inmediatamente, y el chico pasó —. ¿Por qué has venido aquí tan tarde? —Preguntó preocupado —Pudieron haberte asaltado o algo así.
—Tenía la necesidad de verte. —respondió y se sentó en el mullido sillón como si estuviera en su propia casa. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Siempre tan espontáneo, Soo —le dijo al chico con una sonrisa plasmada en su rostro.
—Por eso me amas —dijo el pelinegro con una sonrisa de oreja a oreja.
—Te amo por eso y muchas cosas más —le besó la frente con total ternura y lo miró vehemente. Podía perderse en sus ojos y decidir no volver.
—Jongin —llamó el chico.
— ¿Sí? —dijo el aludido.
—Abrázame.
Sin dudarlo dos veces, abraza al chico. El más bajo, aspira el olor del moreno, para siempre recordarlo.
—Falta poco tiempo —susurró Kyungsoo con la voz quebrada. El corazón de Jongin se encogió y sólo lo abrazó aún más.
—Lo sé, cariño —fue lo único respondió cuando una lágrima brotó de su ojo izquierdo.
Aquella madrugada, ambos se dedicaron a amarse sin medida. El tiempo era poco, pero el amor era demasiado.
Dos días después, lo escuchó cantar. Su voz era angelical. Ponía todo de sí en aquella melodía, cada nota, cada verso; lo hacía suyo. Era una triste canción, la letra era hermosa, hacía que la piel del moreno se estremeciera, porque, aquella canción, trata sobre su historia.
"No me olvides, aún después de morir.
No me dejes de amar, aun después de morir.