Mi vida sin ti

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III

Mi vida sin ti

El despertador sonó anunciando las 6:00 am. Annie lo apagó perezosamente y se despertó, la luz del sol que se filtraba por el diminuto espacio de la ventana lastimaba sus ojos.

Con el cabello enmarañado y grandes ojeras se levantó de la cama, se puso su bata color rosa, la anudó a su cintura y caminó por el pasillo en dirección a la habitación de Jared. - ¡Jared, despierta, son...! -, gritó, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta al recordar que su hijo ya no dormía más en ese cuarto, que ese día despertaría en otra casa, en otra cama, en otro lugar. Con lágrimas en los ojos observó aquel revoltijo de prendas, libros, posters y fotografías desperdigados por todo el dormitorio. Avanzó hasta la cama y tomó uno de los tantos retratos que Jared tenía, uno especial. En el fondo de la imagen había un lago y Jared y su padre estaban en la orilla con cañas de pescar en sus manos. Con los dedos temblorosos, Annie repasó cada detalle con su pulgar, humedeciendo el cristal con sus lágrimas, su hijo era todo lo que tenía en el mundo.

Repentinamente el teléfono sonó sacándola de sus pensamientos, se puso en pie de un salto y corrió a toda prisa escaleras abajo.

- ¿Jared? - preguntó con emoción.

- No... soy William. - respondió la voz al otro lado del auricular.

- Hola, Will. Lo siento, yo pensé... - la voz se le quebró al intentar excusarse.

- Lo sé, esperabas que fuera Jared. Lamento decepcionarte. ¿Cómo estás? - preguntó un poco incómodo.

- Si, digo no, no lo haces. Es sólo... Will, lo extraño mucho. ¿Puedes venir? Necesito hablar con alguien. - Tras eso, dos lágrimas silenciosas resbalaron por sus mejillas.

- Llevaré el desayuno. Estaré allá lo antes posible.

*********

Jared se despertó súbitamente tirado en un sillón con el iPod en sus manos y sus audífonos puestos. Le dolían los brazos y la espalda. Un montón de cajas se encontraban tiradas en la reducida habitación. Al fondo había un pequeño camarote y en el compartimento inferior se encontraba su compañero de cuarto, David. Él había estado esperándolo en el aeropuerto y posteriormente había sido su guía a través de esa inmensa ciudad. David era un chico alto, 1.80 quizá, musculoso, cabello castaño y ojos cafés.

De camino al club, Jared se había quedado estupefacto observando la cantidad de edificios y el tamaño de estos. Estaba tan acostumbrado a las estrechas calles bordeadas por casas sencillas y rodeadas de jardines, que esto le resultaba sorprendente y grandioso.

- Este es el museo... y por aquí queda... - le decía David, pero Jared no estaba escuchando, seguía perdido en sus pensamientos, y siguiendo la corriente de estos llegó hasta ella, su melena roja, sus ojos grises y su sonrisa llenaban de alegría y nostalgia su mente.

- ... Tal vez luego tengamos la oportunidad de visitarlos. Bien, llegamos. - Anunció David sacándolo de su estupor.

- ¿Qué? ¿Es aquí? - preguntó Jared. Ante él se alzaba un enorme rascacielos con ventanas de color azul que reflejaban claramente el azul del cielo.

- Si, aquí nos quedaremos por algunos días. Este es el hotel Milton, uno de los más famosos de esta ciudad hasta que nos trasladen a la nueva sede oficial del equipo-.

Jared bajó con cautela del auto y subió los escalones de entrada. El hall estaba bastante limpio y olía a jazmines. David se adelantó a la recepción y regresó con una llave con el número 324, lo condujo hasta el final del corredor y presionó el piso correspondiente en el ascensor. A pesar de que la habitación no era muy espaciosa, era cómoda y sencilla. Contaba con un balconcito, una pequeña sala, un camarote de color azul, y un televisor. David comenzó a desempacar sus cosas y a desperdigarlas por el cuarto. La comida llegó puntual, su compañero se había encargado de pedir hamburguesas y coca- cola para la cena. La devoraron en cuestión de minutos y agradecieron al camarero. Pronto, el otro chico encendió el televisor mientras Jared intentaba organizar sus pertenencias.

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⏰ Última actualización: Oct 17, 2015 ⏰

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